Ya lo dice el sabio refranero español: Quien algo quiere, algo le cuesta. Y como a mí se me han metido entre ceja y ceja (además de en el alma) esos ooooo-joooooos ve-e-er-des, verdes co-o-o-mo la albaha-ha-ha-ca (chan-chan) no voy a reparar en gastos y he decidido seguir, a pies juntillas) el consejo del amigo de una amiga que le recomendó pico-pala-pico-pala, para conseguir llevarse al huerto (o adonde sea menester) al objeto de sus desvelos.
Así que, lo dicho: pico-pala-pico-pala, y que sea lo que Dios quiera (sin que sirva de precedente).
8 comentarios:
Has elegido la mejor técnica; el pico-pala-pico-pala puede ser cansado pero suele dar frutos; eso sí, en caso de que no dé frutos, no desesperar, que obras hay muchas, jajajaa.
No, no, de desesperar nada de nada, ¡será por obras! Ahora bien, paez que esta obra, en concreto, apetezme un poquiñín. De momento, como ya tengo elegido el terreno y diseñados los planos, voy a ir poniendo los cimientos a ver qué pasa.
Pues estupendo el plan y estupendas las obras, si necesitas ayuda para llevar la carretilla con los sacos, o para remover el cemento y la arena en la pastera, o para acarrear ladrillos, o para que te acerque el botijo con agua fresca... ya sabes, lo dices y te presto mis manos.
Muchas gracias, Roma, jamía, ya sabía yo que podía contar contigo. Así da gusto, oyes.
Mármara, anduve yo ayer a pico-pala-pico-pala y resulta que cuando me disponía a culminar, me encontré agotada con la obra ¿qué te parece, mármarita?
Que ése es un riesgo que se corre (¡Loado sea Dios, loado sea su santo Nombre!), Marcelilla, cuando una se dedica al pico-pala-pico-pala sin reservar las fuerzas necesarias para las culminaciones. O, conociéndote un poquiñín, parezme que, almohó, no merecía mucho la pena, ¿no?
pos alomohó
alomohó... alomohó... jajajaaaaa
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