sábado, agosto 05, 2006

Noche estrellada


Se ha levantado el Nordeste, esta mañana. No ha dejado de soplar, desde entonces, pertinaz e insolente, ni un momento. Ha aullado, se ha enfurecido, se ha aplacado un instante, haciéndonos concebir vanas esperanzas de calma, para volver a atacar con renovadas fuerzas; ha dibujado remolinos en la arena, ha rizado la mar y ha obligado a las olas a estrellarse contra las peñas; ha torcido el vuelo de las gaviotas; ha curtido, un poco más nuestras pieles, y nos ha obligado a refugiarnos de su furia, después de azotarnos, sin un atisbo de piedad, durante toda la tarde. Pero ha barrido el cielo de nubes y, por fin, esta noche, me ha dejado ver las estrellas.
He buscado la que mirábamos juntas, cada noche, allí, en tu casa. La he encontrado en el mismo sitio. Ya ves, a ti y a mí, nos separan, hoy, más de ochocientos kilómetros y ella brilla en el mismo lugar, sobre nuestras cabezas.
La he buscado para imaginarte mirándola, recostada en mi hamaca, con ese libro, que leemos a la vez, reposando en tu regazo, mientras tratas de encontrar respuestas que no existen, de comprender lo incomprensible. Y te preguntas, una noche más, qué haces ahí, sola, bajo las estrellas.
(A mi amiga del alma)

viernes, agosto 04, 2006

La vida mágica de las palabras: VACACIONES (II)


(Las Caldas. Inicio de la calle del hoyo 3. Al fondo, el molino, entre el green del 6 y el tee del 7; a la derecha, la casería y los tres hórreos, en el paso de hoyo 7 al 8)
Aquí, en el Campo Municipal de Golf de Las Caldas (el más complicado e ingrato de los campos asturianos)pienso pasar el resto de mi tiempo, empeñada en mejorar mi nivel de juego y, por qué no, en bajar mi handicap, a ver si consigo no salir en plan coche escoba en los torneos que me quedan por disputar esta temporada.
Si lo consigo, ¡aleluya!, y sino, ¡qué le vamos a hacer! Sea como sea que me quiten lo bailao.

jueves, agosto 03, 2006

La vida mágica de las palabras: VACACIONES (I)


Éste es mi balcón favorito al Cantábrico. Aquí pienso pasar todo el tiempo, que me permita la cambiante meteorología norteña, con mi madre, mis perros, mi silla, mi sombrilla, y mi libro de turno.
Aquí, me bañaré (entre estas rocas, sí), espiaré, con mis gafas de bucear, a los pececillos que osen acercarse a la costa, dormiré la siesta (escuchando a las olas estrellarse contra las peñas del acantilado), leeré y hasta olvidaré el significado de la palabra estrés.
¿Se puede pedir más? Lo dudo.
 
Free counter and web stats