

Luego, de la que nos íbamos al cine a ver Juntos nada más, que no voy a comentar ahora, pero que recomiendo encarecidamente, se me ocurre decir aquello de que, pensándolo bien, mi trayectoria sentimental ha sido divertida, y ya, el chaparrón adquirió categoría de aguacero. Hay que oírla, le dice a T2, ¡cómo si no hubiéramos sido testigas! Pues, ¡anda que no has sufrido tú ni nada, guapina!, a mí, indignada en tonos superlativos. ¿Qué me dices, que con Clara lo pasaste de puta madre? (T2, asentía y aportaba datos contundentes de sus recuerdos particulares para sustentar las palabras de M.), todo el día pendiente del teléfono, que si iba, que si venía, que si te dejaba, que si te cogía... Y lo de Bárbara, ¡anda que no lloraste por Bárbara ni nada! ¿Y aquella gallega?, apunta T2, ¡menudo drama, el de la hija de puta de la gallega! Porque con de Belén, no llegó la sangre al río, pero anda que con X, y con B, y con Z... Lo tuyo, para lo chungo, memoria de pez, Marmarita, remachó M. Menos mal, pensé yo, porque con semejante panorama, como para instalarme en el celibato de por vida.
Total, que me vi en la obligación de admitir que mi vida sentimental se parecía más a un via crucis que a otra cosa y que el adjetivo que mejor la definía era ajetreada, y que juraba y perjuraba que si el amor volvía a llamar a mi puerta procuraría no reeditar ninguno de mis desastres precedentes. Por tu bien y por el nuestro, concluyó M.
Y nos metimos en el cine y salimos con el alma ligera y la sonrisa en los labios.
Y ahora me voy a Xagó con M., que ha llegado la primavera y no sólo al Corte Inglés.