sábado, agosto 21, 2010

La vida interrumpida de las palabras

Marcho de casa.
No es que me chale, la idea, pero no me queda otra. Tengo una madre anciana que, ni puede, ni quiere estar sola, y me toca acompañarla esta semana en el pueblo costero donde pasa el mes de agosto.
Así que, allá me voy, desde mañana hasta el próximo domingo, con mis libros, mi novelita, mis libretinas, mis mandalas, mis lápices de colores, mis palos de golf, mi cámara y mis perros.
Es por ello, que no os visitaré, ni comentaré, ni actualizaré, ni nada de nada que tenga que ver con este aparatejo. Eso, si no me resisto a la tentación y me lanzo a Media Markt, el lunes mismo, mientras la dejo en la playa con mi tía, a hacerme con el notebook, que sueño con él desde que usé el de Frabisa, cuando estuve en Coruña a principios de este mes. Pero como aún no lo sé, pues me despido de vosotras hasta la vuelta.
Eso sí, no sufráis por mí, que pienso aprovechar a tope la semanita.
Bien aquí, con la mi Marcela y lamirmana:
La Llorea Golf Clab. Salida del hoyo 10
Bien aquí:
Vista de la mar serena desde mi terracina particular al Cantábrico.
Bien en ambos, que los días tienen muchas horas y dan para mucho.
Ci vediamo, caras.

martes, agosto 17, 2010

La vida germinativa de los momentos estivales


El taxi barcelonés, con la Sagrada Familia incrustada en el techo, contribución de Blau y su Drac a mi, ya, espectacular colección.
El otro día, cuando iba hacia Coruña, a disfrutar de un finde en compañía de Frabisa, Blau y su Drac, cómodamente instalada, como corresponde a una señora mayor, en un asiento individual del ALSA Supra, di en sacar la mi libretina y ponerme a trabajar en el primer capítulo de la novelita que estoy revisando.
De repente, a la altura de Tapia de Casariego, en cuyo campo de golf perdí mi swing, hace tres años, a causa, entre otras cosas, del impacto que me produjo una de las compañeras de partida, que me dejó completa y absolutamente kaos, quizás para compensarme de tamaña pérdida, ¡zas!, va y me brota, tal que los hombres del bancal en "Amanece que no es poco", un personaje con el que no contaba. Un personaje sólido, a la par que contundente, que, sin mediar intención alguna por mi parte, me llevó por unos derroteros que no me hubiera atrevido a imaginar en estado de excitación mental.
El hombre del bancal
Como sería, que agarré un calentón de tal calibre, que me vi en la necesidad de cerrar la libretina, beber media botella de agua de un sorbo y hacer unos ejercicios de relajación, so pena de ponerme en evidencia o, en su defecto, encerrarme en el claustrofóbico cubículo que tienen por baño estos autobuses, a solventar.
Ya en casa de Frabisa, arrellanada en uno de sus sillones lectores, con el notebook de la mi amiga sobre las piernas, mientras escuchaba la interpretación de Jackeline du Pré en el YouTube, de la pieza musical que inspiró el capítulo y la escenita de marras, tuve una seria conversación con mi protagonista y, entre las dos, pusimos al nuevo personaje en su sitio, aunque, eso sí, convinimos en darle el espacio que merece su determinación por formar parte de la historia.
Días después, ya en casina, compruebo que, por fin, después de varias semanas de cuidados y desvelos, me ha brotado un tomate. Este tomate.
En este momento ya han brotado otros, igual de minúsculos, igual de prometedores, pero la contemplación de aquel primer fruto, me emocionó tanto que no pude por menos de dar unos cuantos botes de alegría e inmortalizar el acontecimiento en esta instantánea.
Yo, que soy tanto de señales exotéricas, he interpretado, éste y otros brotes que se están sucediendo en mi bancal particular, como un feliz augurio.
Sea como sea, éste está siendo un verano muy, pero que muy fructífero.
Continuará...
 
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