jueves, agosto 31, 2006

La vida enigmática de las palabras (y de los actos)


Esta tarde viene mi santa a pasar el fin de semana conmigo. Estoy dejando la casa como para un casting, porque mi madre tiene la bonita costumbre de observar con lupa cada rincón de mi hogar, al objeto de encontrar algún defectillo que certifique que no soy tan buena ama de casa como ella.
Al despejar la salita (la mesa del estudio se ha quedado tal cual, es decir, con sus cinco montones de libros, revistas y diccionarios, en perfecta y amalgamada convivencia, porque por ahí sí que no paso, que el estudio es mi territorio personal, esté mi santa, o no, y tengo la mesa tan atestada como me dé la gana) me he encontrado las páginas de periódico (doce o quince) en las que está el crucigrama, que guardo para momentos de escasez crucigramil. Según las he desplazado a la mesa del estudio he pensado: Para qué leches las guardo, si: uno, compro el periódico prácticamente a diario y casi nunca me da tiempo de hacer el crucigrama en el día (de ahí que me esté haciendo con tal cosecha) y, dos, para qué leches conservar lo viejo cuando hay tanto nuevo por venir.
Que diría Manolito, el de Mafalda, datis, amigas mías, datis.

miércoles, agosto 30, 2006

Entre mis recuerdos


Vino Luz Casal a poner el broche de oro a las fiestas de S. Agustín, el patrono de Avilés. Luz, hija de emigrantes gallegos, llegó a la Villa del Adelantado con seis meses y se crió en esta pequeña ciudad, que se ha hecho todo lo grande que es gracias a los miles de personas que llegaron a ella en busca de trabajo, cuando se fundó ENSIDESA, allá por 1955.
Luz se siente avilesina, como me siento yo, que llevo veintiun años trabajando, y catorce viviendo aquí. Es imposible no sentirse parte de esta ciudad que te acoge y te arropa, para que te sientas como en casa desde el primer momento, quizás porque las tres cuartas partes de su población tiene sus raíces allende nuestras fronteras regionales.
Hacía muchos, muchísimos, años que no asistía a uno de estos conciertos, pero una de mis amigas del alma (sí, tengo la suerte de tener más de una), se empeñó en sacarme de casa (cuantísimo se lo agradecí), y allá nos fuimos las dos, a escuchar a Luz y a ver los fuegos artificiales en el Muelle, apretujadas entre la multitud avilesinas y avilesinos que hablan todos los acentos (gallego, extremeño, leonés, castellano, andaluz...) y que se lanzan a las calles, a la menor oportunidad, para vivir Avilés como una fiesta.
Cómo me prestó cantar, a la alta la lleva, los temas que llevo entre mis recuerdos de juventud. Cómo me prestó.
 
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