jueves, enero 06, 2011

La vida imaginativa de las mañanas ociosas

Si creíais que iba a ser la única fumadora que no se manifestara, o manifestase al respecto, es que no me conocéis lo más mínimo.
Vamos a ver, para empezar, que quede claro que estoy completamente de acuerdo con la susodicha ley. Gracias a ella, las cafeterías y restaurantes volverán a llenarse de criaturas correteando entre las mesas, sin exponer sus tiernos pulmones al humo asesino, bien sea acompañadas por mamá y papá, papá y papá, mamá y mamá, güelito, o güelita; las mamás de la asociación Pro-amamantar, podrán dar el pecho a sus criaturas en cualquier garito, a cualquier hora, sin poner en peligro la salud de su lactante, para regocijo de toda la concurrencia.

Ahora bien, desde aquí os lo digo, a esta, como a todas las leyes progresistas e innovadoras, le falta la consiguiente partida presupuestaria para desarrollarse en toda su magnitud.
Por ejemplo, para volver a levantar, en cada Plaza Mayor de todos los pueblos y ciudades de este Reino, un rollo (ignífugo, of course) en el que amarrar a quienes se empecinen en continuar atentando contra la salud pública con los malos humos de sus cigarrillos, a fin de que se sometan al merecido escarnio público.

De contar con fondos suficientes podría, a mayores, complementarse con una pira (ignífuga e incruenta, of course) en la efectuar unos buenos tratamientos de choque, a base del humo procedente de la quema de residuos sólidos urbanos (RSU), de procedencia orgánica, con lo también se contribuiría a la eliminación de estos residuos.
Lo de la pira tendría una ventaja añadida. Se podría contratar a todos los tenores sobrantes de los espectáculos musicales que no van a poder representarse a causa de la crisis, para que amenizaran el evento con la interpretación de la celebradísima aria de Il Trovatore, de Verdi, Di quella pira (Di quella pira l'orrendo foco…), con lo que, a mayores, se fomentaría, entre la juventud, el amor por la ópera.




Bueno vale, podrían alternar los tenores con las sopranos, que interpretarían, por ejemplo, el O mio babbino caro, de Puccini (que no tiene nada que ver, pero que me gusta a mí).


Desde aquí, en esta mañana de Reyes, gris, lluviosa y desapacible, os animo a que aportéis vuestras propias ideas, que me comprometo a enviar a Leire Pajín.

miércoles, enero 05, 2011

La vida compensatoria de las carencias

Como ya comenté el año pasado por estas mismas fechas, hace varios (años) que mi familia dejó de celebrar la que ha sido mi festividad favorita de todos los tiempos: la de los Reyes Magos,
“Yo prefiero regalarme a mí mismo lo que me apetezca”, argumentó mi hermano nº 4, causante principal de la ruptura de tan señalada tradición familiar.
Ya, pero es que mí, concretamente, me hace mucha más ilusión regalar y que me regalen. Pues te jodes, como Herodes, debieron pensar él, y el otro, el nº 2, que se apresuró a secundar la moción, contribuyendo, así, a que la baraja se rompiera, definitivamente. Porque, vamos a ver, yo puedo regalarme lo que me salga del mismísimo arco del triunfo en cualquier momento del año, pero, las cosas como sean, no tiene ni punto de comparación, el tema.
Pues, no disfrutaba, yo, ni nada, ejerciendo de Reina Maga, saliendo a comprar los regalos de mi invisible, incluido el obligado regalo chorras, eligiendo, entre los de su lista los que pensaba que le harían más ilusión; no disfrutaba, yo, ni nada, cuando abría sus paquetes y comprobaba que había dado en el clavo; no disfrutaba, yo, ni nada, cuando desenvolvía los míos y me encontraba, además de lo que había pedido, una o dos pijaducas, de esas que te hacen sentir que quien te regala te conoce tan bien que acierta hasta en eso, en una pijada insustancial. No disfrutaba, yo, ni nada, con el momento en el que, después de desayunar el chocolate, que hacía mi madre, acompañado por el consabido roscón, abríamos, por riguroso orden de edad, nuestros regalos; con las explicaciones detalladas de mi hermano nº 2 a cada uno de los regalos elegidos para su invisible, con los comentarios de unos y otras.
Desde aquel año aciago, hace cinco, ya, no he tenido ni un solo regalo de Reyes. Pero éste, mira tú lo que son las cosas, he decidido regalarme un par de cosillas, coincidiendo con esta fecha. Hasta ahora me había negado a autoregalarme, pero, como dice un amigo mío, "Obligada te veas".
Y como yo soy de las que, como dice una que yo conozco (que ni es amiga y, ya, gracias a los cielos, no es ná), "Cuando frego, frego", no he reparado y me he regalado, a saber, dos puntos, este sofá (pendiente de que la mi M me ayude a escoger el color de la tela), diseñado por Bruno Branssi para Sancal, en el que voy a dormir unas siestas de campeonato, sin que mis cervicales sufran ni un pirrisquitín, que el que tengo ahora me las tiene masacradas.

(Aquí, otras perspectivas del mi sofá nuevo)
Y un par de sillas como estas, del reputado diseñador inglés Jasper Morison, que harán muchísimo más cómodas, a la par que confortables, las horas que nos tiramos, la mi M y yo, dándole al naipe y a la letra, y que vamos a inaugurar el mismísimo día de Reyes con una timba comilfó.

(Aquí, mis sillucas nuevas ambientadas)
También me he comprado unos zapatinos de golf, que más que capricho eran una necesidad, pero que los añado al lote porque me da la gana.
¡Ah! Y el que sea feo que haga los recaos de noche de Reyes.
 
Free counter and web stats