Si creíais que iba a ser la única fumadora que no se manifestara, o manifestase al respecto, es que no me conocéis lo más mínimo.
Vamos a ver, para empezar, que quede claro que estoy completamente de acuerdo con la susodicha ley. Gracias a ella, las cafeterías y restaurantes volverán a llenarse de criaturas correteando entre las mesas, sin exponer sus tiernos pulmones al humo asesino, bien sea acompañadas por mamá y papá, papá y papá, mamá y mamá, güelito, o güelita; las mamás de la asociación Pro-amamantar, podrán dar el pecho a sus criaturas en cualquier garito, a cualquier hora, sin poner en peligro la salud de su lactante, para regocijo de toda la concurrencia.

Ahora bien, desde aquí os lo digo, a esta, como a todas las leyes progresistas e innovadoras, le falta la consiguiente partida presupuestaria para desarrollarse en toda su magnitud.
Por ejemplo, para volver a levantar, en cada Plaza Mayor de todos los pueblos y ciudades de este Reino, un rollo (ignífugo, of course) en el que amarrar a quienes se empecinen en continuar atentando contra la salud pública con los malos humos de sus cigarrillos, a fin de que se sometan al merecido escarnio público.

De contar con fondos suficientes podría, a mayores, complementarse con una pira (ignífuga e incruenta, of course) en la efectuar unos buenos tratamientos de choque, a base del humo procedente de la quema de residuos sólidos urbanos (RSU), de procedencia orgánica, con lo también se contribuiría a la eliminación de estos residuos.
Lo de la pira tendría una ventaja añadida. Se podría contratar a todos los tenores sobrantes de los espectáculos musicales que no van a poder representarse a causa de la crisis, para que amenizaran el evento con la interpretación de la celebradísima aria de Il Trovatore, de Verdi, Di quella pira (Di quella pira l'orrendo foco…), con lo que, a mayores, se fomentaría, entre la juventud, el amor por la ópera.
Bueno vale, podrían alternar los tenores con las sopranos, que interpretarían, por ejemplo, el O mio babbino caro, de Puccini (que no tiene nada que ver, pero que me gusta a mí).
Desde aquí, en esta mañana de Reyes, gris, lluviosa y desapacible, os animo a que aportéis vuestras propias ideas, que me comprometo a enviar a Leire Pajín.
Vamos a ver, para empezar, que quede claro que estoy completamente de acuerdo con la susodicha ley. Gracias a ella, las cafeterías y restaurantes volverán a llenarse de criaturas correteando entre las mesas, sin exponer sus tiernos pulmones al humo asesino, bien sea acompañadas por mamá y papá, papá y papá, mamá y mamá, güelito, o güelita; las mamás de la asociación Pro-amamantar, podrán dar el pecho a sus criaturas en cualquier garito, a cualquier hora, sin poner en peligro la salud de su lactante, para regocijo de toda la concurrencia.

Ahora bien, desde aquí os lo digo, a esta, como a todas las leyes progresistas e innovadoras, le falta la consiguiente partida presupuestaria para desarrollarse en toda su magnitud.
Por ejemplo, para volver a levantar, en cada Plaza Mayor de todos los pueblos y ciudades de este Reino, un rollo (ignífugo, of course) en el que amarrar a quienes se empecinen en continuar atentando contra la salud pública con los malos humos de sus cigarrillos, a fin de que se sometan al merecido escarnio público.

De contar con fondos suficientes podría, a mayores, complementarse con una pira (ignífuga e incruenta, of course) en la efectuar unos buenos tratamientos de choque, a base del humo procedente de la quema de residuos sólidos urbanos (RSU), de procedencia orgánica, con lo también se contribuiría a la eliminación de estos residuos.
Lo de la pira tendría una ventaja añadida. Se podría contratar a todos los tenores sobrantes de los espectáculos musicales que no van a poder representarse a causa de la crisis, para que amenizaran el evento con la interpretación de la celebradísima aria de Il Trovatore, de Verdi, Di quella pira (Di quella pira l'orrendo foco…), con lo que, a mayores, se fomentaría, entre la juventud, el amor por la ópera.
Bueno vale, podrían alternar los tenores con las sopranos, que interpretarían, por ejemplo, el O mio babbino caro, de Puccini (que no tiene nada que ver, pero que me gusta a mí).
Desde aquí, en esta mañana de Reyes, gris, lluviosa y desapacible, os animo a que aportéis vuestras propias ideas, que me comprometo a enviar a Leire Pajín.