
Entre esta imagen y hoy, medio siglo nos contempla.
Pues sí, hoy también he soplado las velas (una con un cinco y otra con un tres, que lo de apagar cincuenta y tres velas está reñido con lo de ser fumadora compulsiva), también he comido en familia, también me han fotografiado en pleno trance, también he recibido algún que otro regalín y también he disfrutado de lo lindo con ello, con los regalinos.
Lamirmana, sólo tengo una del género femenino, lamisobri y elmicuñao me han traído una bola, inenarrable, de Petra para mi colección, un quilo de dátiles del Mar Rojo y una crema a base de barro del mar Muerto que me va a dejar el cutis más terso y suave, aún, de lo que lo tengo (de que me acuerde de ponérmela a diario).
La mi amiga T2 me ha regalado una orquídea maravillosa, que es la primera que me regalan en mi vida. M. me ha regalado un café a media tarde que me ha sabido a gloria bendita y la lectura exhaustiva y crítica, ¡en portugués!, de un proyecto en el que me he embarcado que no sabría exprimir sin ella.
La metereología me ha obsequiado con un mediodía brillante y cálido.
Había pensado regalarme un paseín por Xagó al atardecer, pero las obligaciones laborales me retuvieron en el despacho hasta casi las nueve, así que ya me lo regalaré otro día.
He tenido un día fantástico, cargadito de curro, pero fantástico. Como debe ser.
Sólo me queda que el Universo me regale una novia (lo más parecida posible a Bette Porter). Y no sé por qué me late que este año sí que me la va a regalar.