sábado, marzo 08, 2008

¿Cuándo podremos dejar de "celebrarlo"?



Este año, la Consejería de Presidencia del Principado de Asturias, de la que depende el Instituto Asturiano de la Mujer, ha decidido dedicar todos los actos del 8 de Marzo al centenario del nacimiento de Simone de Beauvoir.
La conferencia inaugural la dio Amelia Valcarcel, a quien acompañaron en la mesa la Alcaldesa de Avilés, Pilar Varela, a la izquierda en la imagen, la Consejera de Presidencia y Vicepresidenta de éste, nuestro Principado, Mª José Ramos, y lo más granado del feminismo regional, en la sala. Luego, se inauguró la exposición dedicada a la figura del año, con un concierto de Maite Hierro, artista local, y una sidra impresión, que es una nueva modalidad de sidra que no tienes que escanciar y que se ha puesto de supermoda en los saraos cool de la región, que se acompaña por bombones (en vez de los tradicionales quesu Cabrales, chorizos a la sidra, lacón con patatines...) .
Crónica social aparte, unas frases para la reflexión:
Ser mujer no tiene definición autónoma, sino que viene definida por otra conciencia. Ser mujer es ser lo otro.
Lo que está admitido para la generalidad de la raza humana no está admitido para la mujer.
Ser mujer es una situación. Situación que proviene del concepto que otros han definido. Esta definición es tan fuerte, tan poderosa, que cuando se es mujer el significado se te viene encima.
Cuando las mujeres salimos de nuestra situación nos encontramos, directamente, con la violencia.
No se nace mujer, una llega a serlo.

jueves, marzo 06, 2008

La vida vengativa de los fotogramas (I)

Si se hubiera publicado mi "novela" (autobiográfica y catártica) en los términos en los que la escribí, lo más seguro es que no hubiera podido salir por Oviedo en una buena temporada y, muy probablemente, hubiera tenido que vigilar mis espaldas. ¿Por qué? Porque lo conté todo con pelos y señales, sin omitir detalle. Y eso, cuando se es una cerda (nada contra la raza porcina, conste), no gusta, oyes, no gusta. Incluso me atreví a cargar las tintas, de manera muy inocente, con alguna que otra personajilla que, con el tiempo, demostró ser de bastante peor calaña de como yo la había retratado, aunque como, por aquel entonces, la mala era yo, hubiera quedado expuesta a todo tipo de críticas y escarnios varios.
Es decir, que me vengué, un poquitín, de alguna que otra impresentable. Poco, ¿eh?, poco. No como Ilene Chaiken, que se está vengando con saña de una ex amante que la abandonó y se las hizo pasar de tonelada y media, a través del personaje de Bette Porter. ¿Que no?
Pero, vamos a ver, si esta pobre rapaza no tiene un momento de sosiego, ¡leches!; si no ha hecho más que de sufrir y de sufrir, y de llorar y de llorar desde que le fue infiel a la su Tina con la carpintera, allá por la primera temporada; si ha pagado esa infidelidad a precio de oro; si hace capítulos y capítulos que no se ríe con ganas, esconcretamente hablando, desde el 8º episode de la 4ª season, como se puede ver en este gráfico, excepto cuando se fumó los porros en la fiesta aquella; si, cuando no está pidiendo perdón, está disculpándose, y si no arrastrándose perdida, sin rumbo y en el lodo (como se puede ver en estos otros, gráficos).













Me acuerdo, yo, de cuando estaba, ella, tan feliz y tan mona (porque mira que estaba mona en aquellos capítulos), al principio de lo suyo con Jodie (que ligó con ella a lágrima viva, ¿eh?), que echan unos polvos de escándalo, que le prepara el desayuno, y todo, Jodie, y le ponía la mesa ideal de la muerte, y, para Jodie, era todo deseo. ¿Cuánto le duró la tranquilidad? Hasta que fueron a consolar a Phyllis, que terminó invitándola a un bombón, Phyllis, en previsión de la que se le venía encima con Amy, la amante deaf de Jodie.
Y cuando el primer dinner-party con las amigas de Bette, que Jodie termina poniéndola de hoja de perejil. Y cuando llega Jodie de Niuyor, que le pone la mesa tan ideal, Bette, y a la otra le parece de asco, pero terminan dándonos un espectáculo medio de dominación (pero sin el medio). Y cuando me la tiran al lago aquel, vestida y todo. Y cuando Jodie prefiere ir a echar un baile y me la deja descamisada y caliente como una perra sobre la cama (que hay que estar de los nervios, para preferir un baile a un polvo con Bette Porter). Y cuando Tina le dice que se arrepiente del beso en el baño del She Bar... Y podría seguir hasta el infinito, pero que como no hay más que verle las caritas de cervatillo asustado, que no hay capítulo en el que no nos regale media docena, no quiero ser pesada.
No voy a contar más, que sé de algunas que no me llevan los capítulos al día y no quiero spoileárselos. Pero, vamos, que Ilene está ensañando, es un hecho. Que Bette no es ella ni su sombra, otro. Y que le está haciendo pasar a Bette lo que le hubiera gustado hacerle pasar a esa que la abandonó, otro, a mayores.
Es más, tengo mis razones para pensar que Ilene es el espíritu redivivo de Alfred Hitchcock, concretamente, del Hitchcock de Los Pájaros. Pero eso, lo dejo para otra entrega.

lunes, marzo 03, 2008

Amores que matan


(En el atril, junto al ordenador, el catálogo de ya sabéis qué exposición)
En un principio íbamos a ir las tres, lamirmana, la mi prima y yo, a celebrar el cumple de una de las dos primas que tenemos en Madrid. Perfecto. Nos llevamos fenomenal, las tres, y lo pasamos bomba juntas. Bueno, pues, la altura del jueves se me presenta, sin avisar, y se autoinvita.
¡No me jodas!, le dije bastante mosqueada, para una vez que me remango... ¡Que llevo sin salir de casa desde el verano. leches!
Le dio igual. Ni me contestó. Se fue haciendo un huequito, como quien no quiere la cosa y el viernes, por la mañana, ya la tenía instalada a mi vera dispuesta a no despegarse de mí en todo el finde.
Se portó bastante bien durante el vuelo, y durante el ratito de compras al que me arrastraron lamirmana y la mi prima (que son de natural gastizo, ambas). Durante la cena, en "El Paraguas", que fue el sitio que escogió mi prima, la del cumple, para agasajarnos, estuvo discreta. Menos mal. Ideal, el restaurante. Un poquitín escasos, los platos, aunque, eso sí, la presentación, fantástica. Las croquetas de fabada y los chipirones "a la sartén", exquisitos. La lasaña de centollo con caviar de oricios... inenarrable. Escasita, como todo, pero i-ne-na-rra-ble.
La copita me la fastidió, eso sí, porque es lo que tiene, que, o le das lo que quiere, o te amarga. Nos fuimos a la cama pelín enfurruñadas. Lo agradecí. No tenía el cuerpo de jota.


Por la mañana tuvimos unas palabras. No estaba dispuesta a que me jodiera la exposición de Modigliani. ¡Eso sí que no!
En la visita a la ampliación de "El Prado" la noté inquieta, pero no le hice ni caso. Subimos al Claustro, bajamos a comprobar los efectos del lucernario en los pisos inferiores, volvimos a subir, salimos a ver el seto de boj y las puertas, a criticar a Moneo (yo no, conste, que me gustó todo mucho, incluidas las susodichas puertas). Ni palabrita. Se conoce que le hicieron efecto las palabras que tuvimos por la mañana, porque no rechistó durante todo el viaje, y eso que estuvimos casi una hora dentro del avión antes del despegue, que bien podía haberse cabreado, ¿eh? Pues no.



Ahora bien, en cuanto puse los pies en casa de mi madre, a media tarde del sábado, se vengó de mí que más no se ha podido vengar. He tosido tanto, tanto, que hasta tengo agujetas; he llorado tanto que se me quedaron los ojos como los de un besugo; me he sonado tantísimo, que se me ha despellejado la nariz y, no sé si de las toses o de qué coño, se me ha quedado una voz de cazalla que da gusto oírme. Y luego, que como no termina de bajarme la fiebre, no hay parte de mi anatomía que no me duela.
Así que, a estas bonitas horas, me voy a la cama con el mi Harry Potter, mañana será otro día (digo yo).


 
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