martes, julio 10, 2007

La vida mágica de las tecnologías


Bueno, pues sí, no me ha quedado más remedio, por fin he tenido que claudicar y me he comprado una cámara digital. Compacta, eso sí, pero con óptica Leica (28/100), estabilizador de imagen, 7,2 megapíxeles..., en fin, una cosa espectacular, para mi escaso gusto que, desde que dejé de utilizar mi Practika y la sustituí por una Olimpus automática, no había tenido en mis manos una cámara con tantas posibilidades.
Y como soy más infantil que una peseta de cromos, tengo que lo reconocer, ando por ahí con mi cámara nueva en ristre, capturando a todo capturar, todo lo que se me pone por delante. Por ejemplo, a mi Bilbo esperando que dejara de jugar con mi nueva adquisición y me tirara al agua.
No lo hice esperar, me tiré y nadamos juntinos un buen rato, mientras Tiza nos esperaba, como siempre, a la orilla ladrando sin descanso (debe de tener miedo a que me pase algo, porque no se calla hasta que salgo).
Ya sé que parecerá mentira, pero tuve, como la mayoría de los días, excepto en pleno agosto, todo este pedazo de cala para mí solita. Lujazo, ¿eh?
P.D.: ¿No hace unas fotos espectaculares, la mi cámara nueva?
 
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