sábado, septiembre 22, 2007

La vida jodida de los fotogramas



(Sin Reservas, un flim de Scott mecagüentumanto so cabrón Hicks)
Cinematográficamente hablando, vivir en una pequeña ciudad de provincias tiene más contras que pros. Las películas llegan tarde, o no llegan, y si son españolas apenas se mantienen una semana en cartelera o, en su defecto, te las ponen a horarios imposibles, como Caótica Ana, que sólo la dan en dos cines, en toda la provincia, y a las siete y media de la tarde.
Esta noche, que nos apetecía ir al cine, sólo pudimos echarnos a la cara esta peli protagonizada por Zeta Jones y el muchacho de la foto, Aaron Eckhart.
Keit es una mujer independiente (vive sola), inteligente, atractiva, de carácter fuerte y decidido, absolutamente segura de sí misma, en lo profesional, que ha conseguido realizar el sueño de su vida: convertirse en chef de un megapijo restaurante de NiuYor.
Pero no está en sus cabales, la pobre, y se ve obligada a hacer terapia para que su jefa no la despida.
No está en sus cabales (llena de manías, tics, rigideces mentales, traumas..., o sea, un dolor de mujer), porque ni tiene pareja, ni la quiere (rechaza constantemente a un vecino que la corteja con insistencia), y hace, por lo menos, tres años que no tiene una relación. Porque, pa qué, si las jode todas.
Por esas circunstancias desgraciadas de la vida, su hermana se muere en un accidente y ella queda al cargo de su sobrina.Y no se hace con ella, oyes. Y la rapacina lo pasa fatal (ni siquiera come las exquisiteces que le cocina su tita), y la susodicha, peor todavía porque no tiene vocación de madre.
Vamos a ver, Keit, hija mía, ¿de qué te sirve triunfar en lo profesional, si en lo personal tu vida no vale ni pa tomar pol culo? Vives sola, no tienes pareja, no la buscas y, para colmo, ni siquiera tienes vocación maternal.
Menos mal que llega Mirloblanco Nick a salvarte de ti misma y tus penosas circunstancias, hija mía, porque a tu edad no sé que hubiera sido de ti, so censo.
Nick, que a pesar de estar como un queso, ser un excelente cocinero, simpático donde los haya, relajao, divertido, ocurrente, detallista, sensible, buena persona (pero buena, buena, ¿eh?) amante de la ópera y entusiasta admirador de Tutto, coincide que también está soltero y solo en la vida (a mí, esto me escamó, pero debe de ser que siendo hombre lo de estar solo no significa lo mismo que siendo mujer) y, para mayor suerte (de Keit) tiene una mano para las criaturas tan tremebunda, que consigue que Zoe, la sobri, se coma un plato de sus espaguetis a los diez minutos de conocerlo y lo adore instantáneamente.
Keit, que es requetetorpe para lo sentimental, está en un tris de perder a Mirloblanco Nick (¿no se le ocurre competir con él, a la muy inconsciente? y pierde el envite porque los clientes saben lo que vale un peine y, en un momento que Keit se despista porque tiene que atender a su sobri, que las está pasando de a kilo, prefieren a Mirloblanco Nick, y su jefa, que es pérfida y desleal, le ofrece el puesto de Keit, que él no acepta porque es bueno y leal, además de monísimo). Menos mal que Cupido Zoe se las apaña para volverlos a juntar y consigue que su tita, por fin, tenga una pareja, le brote la vocación maternal y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Si queréis ir a verla, ir. Me he dejado algunas cosas en el tintero por no destriparos el argumento.

lunes, septiembre 17, 2007

La vida ingrata de la pandillita interior


(Mareonas de San Agustín en El Bigaral)
No me centro. No soy capaz de ponerme las pilas. Vivo en un permanente mañana será otro día. Vagueo, me disipo, vuelvo a vaguear, repaso la lista de ese montón de cosas que me apetecería hacer si no fuera porque la Mármara Perezosa ha vapuleado (como las olas vapulean las peñas de mi rincón favorito) y dejado completamente kaos a la Mármara Responsable, a la Eficiente, a la Organizada, a la Ordenada e, incluso, a Laquedisfrutaconcualquiercosa. Y vuelvo a vaguear, y a disiparme. Repaso mentalmente la lista de cosas que tengo que hacer, ¡porque tengo que hacerlas!, y me entra una pereza de tal calibre que ni la palabra tarrecer (vocablo del bable que significa aborrecer, dar pereza infinita) basta para definir el estado en el que me encuentro.
En fin, resumiendo, que no hago carrera de mí misma.
Y encima, para mayor escarnio, se ha puesto a llover, ahora que iba a bajar a darle el paseo de rigor a mi par de almas perrunas, al objeto de cenar temprano, mientras veo Perdidos (lo estoy grabando), e irme a la cama a dormir, a ver si mañana, cuando me levante, se me ha pasado este ataque de vagancia absoluta.
 
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