martes, diciembre 11, 2007

La vida pérfida de los sueños


La semana pasada soñé DOS veces, DOS, con Ojos Verdes. Pedazo de montaje romántico, oyes, pedazo de montaje romántico, ambas, las dos veces. O sea, lo que se dice, un peliculón-peliculón en toda regla, al estilo de, qué sé yo, ¿Petri Güoman?, que diría mi madre, pero sin la escena obscena de consumismo delirante.
Estoy desconcertada, a qué negarlo, y pelín alarmada. Porque yo, a lo consciente, tengo muy claro que no quiero nada con esa muchacha. ¡Si es que no lo puedo querer! Si es que, ¡no entiende! Y si entendiera, o entendiese, tiene, la pobre, un lagarejo* mental de tal calibre que tira p'atrás a quien logre acercarse hasta allí**, y yo ya no tengo edad, ni humor, para meterme en semejantes berenjenales, que en bastantes me he metido ya, cuando era más joven, aún, y mucho más inexperta.
Eso sí, como la rapaza lo merece y hace sus méritos (que los hace, ¿eh?, los hace), he dado en adjudicarle el papel de Aliciente Oficial. Pero..., Aliciente sin posibilidad alguna de promoción, es decir, que no pienso darme la oportunidad de cambiarla de categoría, o nivel, así me quede calva.
Lo que más me preocupa y, a la par, me desconcierta, es que creía haber alejado de mí el amargo cáliz de los amoríos románticos, que tantos estragos han causado en mí en el pasado. Pero, claro, después de haber soñado semejantes escenitas, dos veces, dos, la misma semana, ya no las tengo todas conmigo.
Y es duro, ¿eh?, es duro. Que llevo muuuuuchos años trabajándome el subconsciente, el inconsciente, el consciente, el ego, el yo y el superyo, para que ahora, así, a lo tonto lo bailo, se me caigan todos los palos del sombrajo, aunque sea a nivel onírico.
Estoy convencida de que la culpa de todo la tiene Hospital Central y la famosa escenita del Taquillazo, que tan magistralmente comenta La Enredadera en su blog. Menos mal que se acaba mañana, el Hospital Central, porque sería bien triste que por causa de una jodía serie televisiva, al nombre de Ojos Verdes le diera por envenenar mis sueños.
* Lagarejo (del galveño). Lío de proporciones descomunales.
** No hay ni un corazón que valga la pena. Miguel Bosé.
 
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