
Se me ha muerto Ojos Verdes, así, de repente, en una semana. Para ser más exacta se me ha hecho el harakiri ella solita.
Sé que habrá alguna que piense que ha sido Bette Porter la que ha empujado el puñal y se lo ha retorcido en las entrañas, o que, bajo su influencia, fui yo misma la que le dio el último empujoncito, pero no. La mi Bette ye demasiado buena como para perpetrar tamaño crimen.
El puñal se lo ha clavado ella misma, poquito a poco, pero con decisión y contundencia, en tres etapas, tres, como mandan los cánones.
No voy a entrar en detalles porque yo, como la mi Bette, soy buena, a la par que discreta y elegante, y no suelo hacer leña del árbol caído, pero estoy segura de que comprenderéis mis motivos cuando os diga que no puedo seguir perdiendo el tiempo con alguien que espera, como agua de mayo, a que llegue el viernes para ir a ver "Expiación: más allá del amor".