jueves, septiembre 11, 2008

¿Onde vas? Onde voy dir, fía, pa Filadelfia

A los quince años, cuando cursaba 5º de Bachiller (2º de BUP/4º de ESO), decidí, animada por la nada despreciable circunstancia de que era la primera vez en mi vida que me enteraba de algo en una asignatura de ese calibre (y de otros), estudiar Ciencias Físicas, o Exactas, o, si no había otro remedio, porque éramos seis y mi familia no podía permitirse el lujo de enviar a sus vástagos a estudiar a otras ciudades del Estado (Autonómico) Español, Químicas, que teníamos la facultad en Oviedo.
Quiso la casualidad, que no existe, que en 6º llegara a mi instituto (me habían expulsado, años atrás, del cole de las RR MM Ursulinas de Jesús —¡Loado sea su Santo Nombre!—, por trasto y por mala estudiante, y mi padre, con excelente criterio, decidió derivarme a la enseñanza pública) una joven profesora de Historia del Arte —muy mona, muy apañada y muy buena profesional— que dio al traste con mi vocación y cambió el rumbo de mi existencia.
Aquella profe, y, tengo que lo reconocer, Obsession (título en castellano: Fascinación), la película de Brian de Palma, en la que me enamoré, perdidamente, de Geneviève Bujold, que hacía de una restauradora que trabajaba en los frescos de San Miniato al Monte. Como, ya de aquella, tendía, yo, a lo que podríamos llamar un bovarismo profundo, quise convertirme en restauradora y, cómo no, restaurar media Italia, o Italia completa, a ser posible.
Es decir, que abandoné mi idea de convertirme en física núclear y me dediqué a seguir la carrera de Geneviève.
Es público y notorio que mi vida profesional ha discurrido por otros derroteros y que a Geneviève la fui sustituyendo por otros personajes cinematográficos o seriegráficos (un suponer, la mi Bette), aunque, eso sí, me licencié en Historia del Arte. Algo es algo.
Sin embargo, mi interés por la Ciencia no ha decrecido con los años y suelo leer todos los artículos que pillo, de refilón. Este medio día, mientras intentaba decodificar y procesar, en El País de ayer, el artículo Arranca la búsqueda de la "partícula de Dios", estuve en un tris de sumirme en una seria y profunda depresión:
El modelo estándar de la física subatómica divide las partículas en dos grandes grupos: las que se constituyen en materia (fermiones, como los quarks) y las que transmiten las fuerzas (bosones, como el fotón). El bosón de Higgs, por tanto —¡por tanto!— sería una partícula.[…] la fuerza nuclear débil podría explicarse —¡explicarse!— mediante una partícula idéntica al fotón… El fotón no interactúa con el campo de Higgs, y como consecuencia —¡como consecuencia!— no tiene masa.
Una visión más calmada de mi realidad me permitió celebrar, una vez más, que la Vida pusiera en mi camino a aquella magnífica profe y a la peli de Brian, y me llevara por otros derroteros, alejados de las Ciencias Físicas, o las Exactas, o las Químicas. O, ¿será que tengo los conocimientos justos para pasar el día?
 
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