viernes, mayo 02, 2008

La vida engañosa de las palabras



Hay que se joder, oyes, me ha fallado hasta el refranero. Yo, que siempre había creído a pies juntillas en la sabiduría que encierra, hoy reniego de él y de todas sus patrañas. Desde A quien madruga, Dios le ayuda, hasta Quien hace incesto, hace un ciento, pasando por Afortunada en el amor, desafortunada en el juego, y viceversa. De este último, en concreto, reniego mil veces. Forradita, tendría que estar si estas palabras no fueran una burda patraña, fo-rra-di-ta.
Y no hablo de que me toque la Primitiva, o el Cuponazo, ya que no me como una rosca, o de que me salgan tropecientas pretendientas en el casting, ya que no gano ni cinco céntimos. Me conformaría con no pringar siempre en los juegos del azahar en los que me juego la pasta, además de la honra. Ayer, por ejemplo, que tuvimos nuestra partida bimensual de póquer en casa de mi ex (ex mujer, puntualizo, no ex novia, ni ex amante, ni ex circunstancia) y su señora, volví a perder, por enésima vez. Desde que organizamos estas partidas, al poco tiempo de que ellas llamaran al camión de mudanzas, hace más de dos años, sólo gané una vez, la primera, a partir de ese día, entre las otras tres, Váyolet completa el cuarteto, se reparten mis fichas.
Y no es que me importe demasiado perder, es más, estaría encantadita de seguir perdiendo si, aunque fuera por una vez, se me cumpliera lo que dice el refrán. Bueno, pues no. Ni lo uno ni lo otro.
Y eso que ayer daba por bien empleados los once eurazos que me habían pulido porque tenía ciertas perspectivas. ¡Qué inocencia, la mía! Esta mañana, cuando me conecté, después de desayunar, pude constatar, una vez más, la falsedad del jodío refranero.
Resulta que, en un alarde de osadía sin precedentes, siguiendo las indicaciones de mi Celestina particular, traiciono a la mi Bette de mis entretelas y le tiro un picao, a la bloguera con la boca más sugerente del hiperespacio, dejándole ver que ocupa un lugar destacado en el mi casting, por si andaba despistada, la zagala. A mayor abundamiento, y por facilitar las cosas, hasta le sugiero que un luk a lo Bette, le daría los puntos necesarios para deshacerse de todas sus rivales. Bueno, pues va ella y me responde que no quiere saber nada de collares ni pendientes de perlas, ni de mangas de farolillo, ni de tacones de ocho centímetros ni de nada de nada, que ella no es mi tipo y que me vaya buscando otra que sí lo sea.
Total, todas mis ilusiones por el sumidero, junto con los once eurazos.
Así que, como ni en el amor ni en el juego, a la mierda con el refranero.
 
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