viernes, junio 19, 2009

La vida exasperante de la comunicación

—Si desea modificar su borrador, marque 2.
Marco el dos.
—Buenos días, aquí la Agencia Triutaria. La atiende Nieves Equis, ¿qué deseaba?
¡Coño, y yo que pensé que estaba llamando a mi madre!
—Buenos días, Nieves, (una cuatro quesos, unas alitas de pollo y una ensalada Waldorf), modificar mi borrador, gracias.
—¿Qué modificaciones desea incluir?
—La cuota sindical y una ONG que no me han puesto.
—¿Qué tanto por ciento desea que le apliquemos a esa ONG?
—Lo que corresponda, Nieves. Tengo otras ONGs, por favor inclúyala en el mismo apartado.
—Es que no todas las ONGs tienen la misma deducción…
—Llevo incluyéndola cuatro años en ese apartado, Nieves, póngala ahí, por favor.
—Le repito que no todas…
—Y yo le digo que tengo estas otras (se las leo) y que siempre la pongo ahí. En el borrador que me han enviado constan en el apartado “Donaciones y aportaciones a patrimonios protegidos de personas desfavorecidas”.
—¡Ah!, es que, entonces estamos hablando de aportaciones a patrimonios, que no es lo mismo que donaciones.
—Mis ONGs están en ese apartado, Nieves, ni me he inventado yo el apartado ni las he puesto en él, el borrador me lo han enviado ustedes.
—Si se la pongo y no es ahí donde tiene que estar, nos arriesgamos a una inspección fiscal.
—Arriésguese, Nieves.
—No, no soy yo la que me arriesgo, la que se arriesga es usted.
—Me arriesgo Nieves, me arriesgo. Llevo incluyéndola cuatro años y nunca me han inspeccionado.
—Dígame su DNI

—Sí, veo aquí sus ONGs. Entonces, ¿desea que le incluya aquí la ONG que le falta?
—Sí, Nieves, inclúyala (por sus güevos, inclúyala ya,¡hostia!).
—Dígame el nombre y el nº de expediente de la ONG que le falta.
—El número no lo tengo aquí, pero imagino que como está registrada, en cuanto usted ponga el nombre le aparecerá el número. También consta en mis datos bancarios, que tienen ustedes en su poder (y la talla de mi ajustador, si me descuido).
—Entonces, ¿desea que le ponga aquí el importe de la ONG?
—¡JODER, PÓNGALA AHÍ, CON LAS OTRAS, NIEVES! ¿DÓNDE COÑO LA QUIERE PONER, ENTONCES? Vamos, que me tienen que tocar a mí todas las…

—Como no todas las ONGs tienen la misma deducción fiscal...
—EN ESE APARTADO, NIEVES, PÓNGALA EN ESE APARTADO.
—Observo que tiene usted un valor catastral de su vivienda habitual… del que resulta una deducción fiscal de…
—No es mi vivienda habitual… (le explico).
—Entonces he de quitarle el rendimento…
—¿Estamos hablando de un rendimiento de 0.10 euros, Nieves?
—Efectivamente.
—Quítelo, Nieves, quítelo.
Diecisiete minutos después, los nervios destrozados, la mala hostia reconcentrada, la cabeza como un bombo, las cervicales al jerez de la fronteira, sudando como un pollo y cagándome en todo lo que se menea:
—Le sale a devolver equis euros. Dígame el número de cuenta en el que quiere que se le ingrese la devolución. Tiene usted que ser la titular.
—(¡Ah!, ¿que no me vale la cuenta de la mi vecina?) Un momento, no se retire (me faltó ponerle, a todo volumen, un temita de ACDC, para amenizarle la espera. ¿Seré torpe?)
Luego, va y me dice la mi M que si no aproveché para desahogarme, que las operarias telefónicas están ahí para eso y que bien tonta que fui; que como sólo las contratan para eso, si echa media hora conmigo, es media hora que se ahorra de atender otras llamadas y otras complicaciones.
También me dice la mi M que me nota muy nerviosa, esta temporada.
Menos mal que hace un rato ha venido el hijoputacabróndeloscojones que me hizo la obra de casa y ya me desquité con él, a voz en grito. Pero ésa es otra historia.
Estoy más relajadita, sí. Voy a ver si como y me echo una siesta para celebrarlo.

martes, junio 16, 2009

La vida oportunista de las enfermedades



No, no os habéis equivocado de blog, es que he tenido que mangarle a la mi Marcela el su dibujín porque refleja, con bastante exactitud, mi estado físico, y mental.
Resumiendo, que es gerundio, he cascado. Por sinsustancia. Por mema. Por pasarme de la ralla conmigo misma, meterme en más de lo que puedo gestionar con un mínimo de garantías y, sobre todo, por dejar que un vulgar resfriado se me convirtiera en una sinusitis, por no curarlo en su momento.
Pero, ¡basta de quejas! Que llevo un curso que más que otra cosa parezco una plañidera. Me doy una cascancia que más no me puedo dar, oyes.
En fin, que como estoy mala, pues me he dado permiso para DESCANSAR. Descansar significa leer sin medida, tirarme en el sofá, mando en ristre, y consumir televisión, en directo y enlatada.
Y como el Universo, a pesar de mis tonterías, suele ser generoso conmigo, me ha regalado esto:



¡Sí, queridas, sí! El domingo, que sólo me levanté del sofá para cumplir con mis obligaciones familiares, me tragué Flashdance, que no la había vuelto a ver desde que la estrenaron allá por 1983.
¡Ay, ay, y ay, qué monada, esta versión juvenil de lamiBette! Pero ¡si me resopla igual, y todo, que cuando se encontró a lasuTina boracha perdía en el sofá de su casa (TLW 5x05)! Los mismos ojos como platos en la misma carina de corderina degollada. La misma bondad infinita (que se va a confesar porque se acostó con ÉL, y llora a moco tendido, y todo, del pesar que le produce haber pecado contra el sexto, pero que es que está TAN enamorada que no ha podido de vencer a la tentación). La misma inocencia (¿qué me decís de cuando se lleva al muchacho a casa y se pone la supermegaultrafamosísima camiseta desbocada y se me quita el ajustador delante de él, como si nada, y por poco se le salen los ojos de las órbitas, al muchacho, y a mí?). Y, ¡qué sexy, vestida de soldadora! Icono de feminismo de los 80, la veo, yo, a la soldadora.
¡Ay! Es retrotraerme a la peli y dar en suspirar como una fata.
Eso sí, los andares de pato me los ha adquirido con los años, que en Flashdance no me los tenía.
 
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