martes, enero 30, 2007

La vida pública de las portadas














Siete, eran siete, las hijas de Eva. Eva: pecadora, arrogante, soberbia, lianta, mentirosa, seductora, lasciva... culpable.
Siete eran siete, los hijos de Adán. Adán: obediente, humilde, sumiso, paciente, inocente, ¿sincero?, seducido, ¿casto?... víctima.
Siete retratos, siete. Siete directores y sus siete fetiches. Fetiche: Persona o cosa admiradas en exceso y de forma irracional.
Ellos: sobrios, elegantes, discretos...
Ellas: seductoras, provocadoras, obscenas...
Ellos: Chaqueta negra, camisa blanca, jersey de cuello alto, camiseta a rayas, vaqueros.
Ellas: escotes, vestidos exiguos, actitudes provocadoras...
Digo yo (yo, ¿eh?, que igual soy pelín exagerada en este tema) que en vez de elegir esta portada, bien podían haber elegido el retrato que les hace Javier Salas a Victoria Abril y Antonio Banderas, que es bien guapo, bien tierno y bien gracioso. Pero no, por supuesto que no. Y tratándose de Bigas Luna, menos. Tienen que sacar a esta pobre muchacha, vestida de esa guisa y en semejante actitud que, os digo la verdad, se me ponen los vellos como escarchas, que la pija de Yo soy Bea (que sí, que ya tengo la mano levantada, leches), viéndola. Que, es que, no le falta detalle, oyes, a la muchacha: mira p'ahí esa melena aleonada, esa mirada aviesa, esos labios entreabiertos, ese vestido (rojo pasión, ¡no faltaba más!), ese escotazo hasta el ombligo, esas piernas que tal parece que se le vayan a descoyuntar a la infeliz, esas maninas situadas estratégicamente, para evitar que se le vea hasta la glotis... Si es que no tiene desperdicio, la imagen, ¡coño! (perdón).
O sea que, mientras el sistema educativo y las familias tienen la obligación de erradicar los hábitos culturales y las pautas sociales que siguen alimentando el machismo (El País, 3 de enero de 2007), los medios de comunicación siguen esforzándose para que la labor del sistema educativo y las familias se vaya al carajo.
Y luego nos escandalizamos con las cifras de la violencia de género. Y de los abusos sexuales. Y del maltrato.
¡Aj, qué asco!

lunes, enero 29, 2007

Intermezzo


Ayer, domingo, un periódico local reproducía en titulares las palabras de este paradigma de mujer-mujer pepera, que es Alicia Castro Masaveu, en un mitin que dio en Moreda:
El presidente del gobierno es un perfecto imbécil.
Tengo que lo confesar y no me duelen prendas: Alicina y yo estudiamos juntas hasta que las RR MM Ursulinas de Jesús me echaron de su colegio a los doce años, por trasto.
No es por nada, oyes, pero vaya lo que gane con el cambio, ¿eh? Porque del templo de la educación de la élite femenina asturiana pasé directamente a la enseñanza pública, y aquí sigo, dándolo todo, más contenta que unas pascuas.
Alicina, en su defecto, no. La pobre terminó el COU en las Úrsulas y se fue a la facultad de derecho, templo de la pijotería ovetense masculina y femenina. Y se afilió al PP. Y llegó a Diputada.
Bueno, vale, ella es más estilosuca que yo, lleva siempre las mechas impecables, le sientan ideal los pantalones pitillo con tacones y tiene más pelas (que para eso es de la familia Masaveu, por parte de madre), pero ¿qué me decís de esa lengua viperina? ¿Y de esa mala leche reconcentrada? ¿Y de ese afán por defenestrar a quienes no comparten sus ideas políticas?
Y ahora yo me pregunto: ¿Es que no les enseñaron, a la mi Alicina y a sus compas de partido, en esos colegios privados en los que estudiaron, todos ellos regentados por la iglesia católica, que es pecado insultar, vilipendiar, mentir, calumniar, cizañar, malmeter...? ¿Es que no les enseñaron modales?
A mí me consta que a Alicina sí, porque las Úrsulas nos daban clase de Politesse todos los sábados (que íbamos con guantes blancos, y todo, y que como te pillara la monja con la boina capada, te ponía una mala nota en Politesse, que ya te podías encomendar porque la bronca de la Jefa de Estudios era peor que si suspendías mates o lengua).
Y si la educación de Alicina fue impecable, me imagino que la del resto de su panda, también. O sea, que no les aprovechó nada.
Entonces, si de la enseñanza privada salen semejantes especímenes no me queda por más que volver a proclamar a todos los vientos que:
¡VIVA LA ESCUELA PÚBLICA!

 
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