jueves, diciembre 23, 2010

La vida afortunada de la existencia

Después de cinco años, cinco, de hacer encaje de bolillos con moscosos y canosos para montarme unas vacaciones docentes (según los parámetros vigentes en mi profesión); después de cinco años, cinco, de coordinarme con el resto del equipo para evitar que la sede se quedara vacía en unos días en los que no nos visitaban ni las arañas; después de cinco años, cinco, de contemplar los caretos del jefe por hacer uso, que no abuso, de mis derechos y no regalarle a la administración ni uno solo de los días de descanso que me correspondían por mi edad provecta y condición de funcionaria pública; después de cinco años, cinco, de tonterías y estupideces varias, hoy veintitrés de diciembre de 2010, doy por inauguradas mis vacaciones docentes.
Circunstancia que voy a celebrar como se merece, es decir, regalándome un día ET+sofá+mi caaaaasssa, aprovechando que la lluvia pertinaz y el frío invernal me van a impedir salir a otra cosa que no sean los paseos preceptivos con mis amores peludos.

Y como soy de las que disfrutan con la Navidad, a pesar de todos los pesares, aquí os dejo una bolina que no es una de las ciento seis de mi colección, pero como si lo fuera, a modo de felicitación,



y os conmino y animo a que entonéis conmigo, aunque solo (cómo me cuesta no ponerle el acento) sea el estribillo de mi villancico favorito.
¡Hala, todas conmigo!





Güi güich yu a Meri Crismas, güi güich yu a Meri Crismas, güi güisch yu a Meri Crismas an a Japi Niú Yir
PD: He puesto tanta foto y tanto perifollo para quitar de la pantalla la cara de Bardem, que es que no la puedo ni ver, oyes.
 
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