domingo, agosto 07, 2011

La vida disfrutona de les visites foriates*

No hay cosa que más me guste, además de comer, dormir, desayunar en la cama, leer, hablar, bañarme en la mar —y en la piscina de la mi amiga del alma y la niñez—, ir al cine, tumbarme en sofá a ver mis series favoritas de TV, sentarme bajo la sombrilla —en verano, of course— a dormitar, arrullada por el sonido de las olas, jugar al golf con la mi Marcelilla y lamirmana, reunirme con mi familia, disfrutar de mis amistades, pasear por Xagó en invierno —y en primavera, y en otoño—, jugar al Scrabble, y a las cartas, y al bingo, viajar, y eso que estáis pensando, que recibir.
Me encanta recibir. Recibir visitas. Y si son de blogueras, de esas blogueras a las que llevo leyendo ni sé el tiempo, tanto que me parece que nos conocemos de toda la vida y ya me va pidiendo el cuerpo, y el alma, poner cara a las palabras que me emocionan, me hacen reír y sonreír, estimulan mi imaginación y, a qué negarlo, mi inteligencia, me permiten asomarme a sus vidas, compartir un trocito de la mía, y me acompañan durante las largas noches del invierno, más.
Del mi
Cañón del Colorado, que fue la primera en venir, este verano, sólo diré que disfruto de cada uno de nuestros encuentros, que más no puedo disfrutar, aquí, en su planeta murciano y amortizando nuestras respectivas tarifas planas de fijo y de móvil.
Con
Castafiore, a quien tenía tantas ganas de conocer, pasé una tarde noche estupenda, que me dejó con las ganas de averiguar de por qué se ríe al verse tan bella en ese espejo, porque lo es, por las fueras y por los adentros, aunque haya tenido tan poco tiempo para adentrarme en los mismos adentros que refleja en su blog.

Conjunto de casas modernistas de la calle S. Francisco

Lo de Pena y Candela, o Candela y Pena, que tanto monta, ha sido la bomba. ¡Santo Cristo de la Agonía, que diría mi tita E, qué risas, qué complicidad, que derroche!
Nunca un par de foriates se habían sumergido con tanto afán en la nuesa fala y la nuestra idiosincrasia. Quisiera que pudierais oírlas aplicando, en su justo contexto, con el más puro acento de la Cuenca, expresiones como “tengo que te lo decir”, “no me joder”, “falta-i una patatina pa facer el kilu”, o “esta camisetina, qué tactu tan amante… ¿comprásti-la’n Los Telares?”.

Al decir, que hasta se les ponían los vellos como escarpias escuchando la gaita, les vaqueires del mi güelu y el himno de Asturias...


Calderada de pescado, versión veraniega
Y ya, pa rematar, se comieron hasta la última patatina del platín de pescao que les puse, arrebañaron la salsa, no dejaron ni un frixuelu, y hasta me dejaron contarles, con pelos y señales, sin omitir detalle, la historia que reflejan los monumentos de mi ciudad ¿No ye pa idolatrales? Ye. Y no tien por mal que paecer a naide.

*Foriates. (del bable). Forasteras.
 
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