Llevo un número aceptable de películas, este curso. Incluso me he permitido el lujo de repetir Mamma mía, que me encantó y que volveré a ver cuando la saquen en deuvedé y se la regale a mi madre, que es fan (total) de ABBA y la disfrutó como hacía tiempo que no disfrutaba, mi madre, en el cine. La última vez que fui con ella se me durmió en la butaca por culpa de Buenas noches y buena suerte, que sólo a mí se me ocurre llevar a una madre como la mía a ver semejante ladrillo. Sí, buena lo será, no lo niego, pero ladrillo también.

Como tenemos comentado, las mías y yo, cuando se va mucho al cine no siempre se acierta, así que hemos visto de todo, esta temporada (y en temporadas precedentes), incluso alguna que otra inconfesable. Que no es que me quiera justificar, no, pero que cuando se vive en una pequeñísima ciudad de provincias, a la que no llegan todos esos estrenos que nos ponen los dientes largos cuando nos las anticipan en los informativos, o leemos las críticas de Carlos Boyero y sus secuaces en El País, a veces te ves en la tesitura de elegir entre lo malo y lo peor.
No ha sido el caso de esta semana. Cuando repasamos la cartelera, como hacemos cada viernes, M dijo muy resuelta: Esta la quiero ver. Y no hubo más discusión. De normal consensuamos, pero cuando una de las tres dice eso de esta la quiero ver, siempre dentro de un orden, claro, que no nos obligamos (casi nunca) a ver películas que sabemos que una de nosotras no vería ni por un gochu, no hay más que hablar.
Nos pasó hace quince días, a M y a mí (T no estaba, aquel viernes), que llegamos al cine pensando en ver El patio de mi cárcel y luego resultó que nos la habían cambiado a horario de tarde. Escrutamos la cartelera, de uno de los dos grandes centros comerciales de Oviedo, ¿eh?, no de Avilés, que tiene más delito, y no nos decidíamos porque el panorama era desolador. Como M sabe lo mucho que me resisto a ver cierto tipo de películas y a mí me consta lo que no le gusta ver a ella, allí estábamos las dos, estudiando los carteles y desechando una tras otra, hasta que M dijo: Yo la del Che la voy ver, no sé sí ahora, pero la voy a ver. Y la vimos, y se lo agradecí en el alma, porque no estaba muy convencida, yo.

(Sigue leyendo tranquila, M, que lo del viernes pasado no lo voy a mentar).
Bueno, pues ayer vimos Sólo quiero caminar, que tenía mucho empeño M, T no tenía opinión formada y yo no lo tenía nada claro, por aquello de que las pelis duras y violentas, por muy buenas que sean, siempre me dan un poco de reparo (si exceptuamos las de los hermanos Coen, que ya sabemos todas cómo son y pasamos en quinta).

Bueno, pues ayer vimos Sólo quiero caminar, que tenía mucho empeño M, T no tenía opinión formada y yo no lo tenía nada claro, por aquello de que las pelis duras y violentas, por muy buenas que sean, siempre me dan un poco de reparo (si exceptuamos las de los hermanos Coen, que ya sabemos todas cómo son y pasamos en quinta).

¿Algún pero? Sí, sí tiene peros, pero que cada cual se busque el suyo.

Eso sí, decir que nuestras actrices son la hostia. Concretamente Ariadna Gil, está descomunal en su papel (y ella misma, consigo misma, como un queso) y no me quedó por más que enamorarme (perdidamente) de su personaje. Pero ninguna de las otras tres se queda a la zaga. En especial Pilar López de Ayala.

Eso sí, decir que nuestras actrices son la hostia. Concretamente Ariadna Gil, está descomunal en su papel (y ella misma, consigo misma, como un queso) y no me quedó por más que enamorarme (perdidamente) de su personaje. Pero ninguna de las otras tres se queda a la zaga. En especial Pilar López de Ayala.