martes, diciembre 27, 2011

This moment+un acto de contrición (con propósito de la enmienda)

Sí, lo sé, ya me lo ha recriminado la mi Marcelilla por activa y por pasiva, tengo mi blog, y los vuestros en el más absoluto de los abandonos. Y no puede ser (aunque lo sea, obligada te veas por las circunstancias).

A mayores (en el pecado se lleva la penitencia), me he perdido toda la movida tan guapa que ha habido últimamente, incluidos los espectaculares debut de Lenteja y Gutapercha de Jabariego y Gerúndiez, y el retonno de la mi Faralilla.

No os he felicitado las Fiestas, que ya sé que revientan a muchas, pero que yo soy mucho de felicitar, oyes y me gusta de felicitarlas, que para chungueces, ya tenemos el diario hablado de RNE.

¡Cómo estaré, que ni siquiera he tenido la delicadeza de dedicarle un post a mi fan de Huelva, después de las cosas tan guapas que le dijo a Marcelilla sobre mí!

Sé que no tengo disculpa, pero quiero que sepáis que si he estado alejada de esta, mi querida ventana virtual, y de las vuestras, ha sido porque como soy lenta, pero lo que se dice lenta, además de mayor, se me ha acumulado el trabajo de tal modo y manera, que no he tenido fuerzas más que para lo estrictamente imprescindible, a la par que obligatorio: cumplir los compromisos con mi alumnado, que si no los cumplo yo, luego no puedo pedir que los cumplan.

Total, que he acabado el trimestre de esta guisa. De haber estado operativa lo hubiera utilizado esta imagen en el estupendo post colectivo "This moment".

El cuadro se titula Vorágine/Vórtex y es de la artista argentina Laura Rodríguez-Vida

Ahora, me recupero, poco a poco (las señoras mayores, es lo que tenemos, que nos cuesta más de recuperarnos que a las jóvenes) y confío en tener las energías suficientes para ponerme al día con vuestros blogs, aprovechando que, para que no me falte de nada, he pillado un catarrazo del quince y me voy a ver en la obligación de curarlo en casita, al objeto de que no me vaya a más.

domingo, noviembre 20, 2011

Alea jacta est

Bueno, pues ya está, ya he votado.

Conste que he votado porque no me da la gana de que mi abstención se sume a la presumible mayoría, solo por eso, ¡hay que se joder!, que sino, no hubiera ido. Me tiran del aire todas y cada una de las candidaturas.

Al final, no he votado a Equo. Me he decidido por el partido de Rosa Díez. Me me gustó mucho lo que le respondió a Ana Pastor cuando la entrevistó en "Los desayunos de la 1".

Para el Senado, por supuesto, voto nulo.


Ya que he decidido tirar mis votos, espero, al menos, provocar la sonrisa de quien abra mi sobre sepia y se encuentre con la viñeta de Forges que publica hoy El País, a modo de papeleta.

Y a quien Dios se la dé, san Pedro se la bendiga. Al fin y al cabo, ellos se lo guisan, ellos se lo comen.

martes, noviembre 15, 2011

No con mi voto




Ni para ti, porque antes me corto las manos con las mismas tijeras con las que recortas todo lo público.

Ni para ti, porque desde que llegaste no has dejado títere con cabeza; porque nos has demostrado, en apenas seis meses, de lo que es capaz la derecha cavernícola y reaccionaria, que convierte en feudo los territorios que gobierna. ¿A quién querías engañar con tus aires de salvador de la Patria Asturiana? Vale, sí, engañaste a un puñadín, el mismo puñadín que, según todos los sondeos, no te va a dar NI UN PUTO ESCAÑO. Ese escaño que tanto deseas para volver a abrirte paso en la política nacional.

Ni para ti, porque estoy hartita de que vayáis con los (masculino y plural) de la feria y volváis con los del mercao y, a mayores, ni os aproximéis a la paridad.

Ni para ti.

Bien que lo siento, Alfredo Pérez Rubalcaba, Alfredo, Rubalcaba, por mí y por todas mis compañeras, pero, en esta ocasión, ni voto útil ni leches en vinagre.
Como dice Maruja Torres en su artículo de EPS, este mismo domingo, “Quiero usar los codos, los dientes, el voto, para abrir otro tipo de agujero en este sistema que ya está podrido, pero desde el que sus purulencias caen siempre sobre los mismos. Agujeros nuevos por los que entrar para reventarlos”.
Además, ¿no tienen tantas ganas de gobernar? Pues que gobiernen, ¡leches!, a ver si se enteran de lo que vale un peine.
Vamos a jodernos, Rubalcaba, Alfredo, pero, mira, igual la debacle que se nos/os avecina os/nos sirve para que hagáis, de una puñetera vez, un sano e imprescindible ejercicio de autocrítica y deis paso a otra generación menos emponzoñada, más limpia, menos soberbia, más ilusionada, menos anquilosada, más abierta, menos continuista, más rompedora.

Para el Senado, voto nulo.
Para el Congreso, Equo.

lunes, noviembre 07, 2011

La vida viajera de las palabras

Mañana por la mañana, bien tempranito, me voy a Málaga a dar dos sesiones en un curso para profesorado de Primaria y Secundaria sobre el Aprendizaje por Proyectos (ApP).


Tengo que lo decir aquí, a la bendita pública, la responsabilidad méteme miedín po la cabeza. No soy una experta ni una teórica, sólo soy una maestra, pelín caótica, por más señas, que hace lo que mejor sabe, y puede.

Voy a contar mis experiencias personales en este terreno, mi idea de la Educación, los proyectos que he llevado a cabo en mis aulas. Proyectos cuya única pretensión es motivar a mi alumnado y contagiarles una de mis grandes pasiones, la pasión por el aprendizaje. Proyectos que, eso sí, me han proporcionado múltiples satisfacciones, aunque, claro, si en los institutos por los que he pasado (incluido en el que estoy ahora) me miran como a un bicho raro, ¿quién me dice que el profesorado malagueño me va a mirar de otra manera? ¿Eh?

Estoy nerviosa, así que, porfa, mandai-me un puquiñín de energía positiva y unas ondas de tranquilidad, que las voy a necesitar.

Os quedo eternamente agradecida.

Ya os contaré.

sábado, octubre 29, 2011

La vida sumergida de la (micro) economía

El otro día me encontré con Manolo*, el fontanero, en el portal de mi casa. Venía de darle a mi vecina un regalín para su nieto.
Después de los qué tal, yo muy bien (g. a D.), en el insti, y tú, para qué te voy a mentir, a chapuzas, como cuando empecé… Nadie me llama… Ni me van a llamar, claro, llevaba tanto tiempo trabajando a lo grande (edificios y urbanizaciones al completo), que ahora, me las veo y me las deseo para que me salga algo.



Manolo, el fontanero, tiene mi edad. Fue vecino de calle hasta que se cambió a un dúplex de 150m2 en una de las urbanizaciones del ensanche contemporáneo, con su mujer, su hija, que a la sazón estudiaba bachiller, y su hijo que cursaba, a trancas y barrancas, un módulo de grado medio, pero que ya tenía una señora moto, para que pueda ir al instituto, que le queda un poco retirado. Mantuvo, en alquiler, el piso del barrio —por si alguno de mis hijos lo necesita—, y el garaje, cerrado, como almacén. Había aparcado su Audi A8 al lado del mi Qashqai



Cuando reformé el piso en el que vivo, hace catorce años, Manolo, por ser yo quién era (maestra de sus dos retoños, vecina, compañera de paseos perrunos), me arregló el baño. Veinte mil pesetas de las de entonces, por punto (bañera, lavabo, váter), materiales, apertura de huecos, retirada de escombros y sanitarios aparte. Sesenta mil del ala, más de un tercio de lo que yo ganaba entonces. Le llevó una tarde solventar el tema.

Aquí, mi baño, modelo liliputiense (1,40x1,80)

Qué suerte, haberte encontrado, le digo, me gotea la cisterna, y llevo dos meses esperando al fontanero de la ferretería, pero no me atrevía a darte la lata para semejante tontería.

Un par de días después, Manolo viene a casa de mi vecina de rellano a trampear su cisterna. Ya que está, le cambia la goma a la mía. Charlamos, mientras observamos el efecto del arreglo. Veinte minutos después nos despedimos. ¿Qué te doy? Duda un instante, ¡Bah!Dame… treinta euros.
Por supuesto, ni factura ni IVA ni recibo.
Pero yo me fío de Manolo. Sé que si falla el arreglo de la goma volverá y me cambará el mecanismo completo.
*Nombre ficticio

sábado, octubre 22, 2011

Va', pensiero sull ali dorate

Días extraños, estos.
El verano tan esquivo en julio y agosto, se resiste a abandonarnos; el otoño, cómplice, se hace el remolón; un catarro que se convierte en bronconeumonía, me obliga a contemplar desde la ventana la pereza de ambos; todos los tiranos se abrazan como hermanos, exhibiendo a las gentes sus calvas indecentes: hay que volver a recapitalizar los bancos; todos los tiranos se abrazan como hermanos…: no hay güevos para quitarse las capuchas; un Gadafi ensangrentado implora piedad; Grecia vuelve a tirarse a la calle; alguien del PP acusa a Zapatero de pertenencia a banda armada; Oviedo se viste de gala para sus Premios; ya casi no toso; vuelve a lucir el sol, en esta mañana de otoño.
Oviedo, Premios, Ricardo Muti, gaitas y tambores, Asturias Patria querida, Asturias de mis amores, Curro.

Curro, de la mano de F., en el Cabo Vidio el verano del 2010.
Curro, Currito, se fue ayer, al amanecer, después de alegrar la vida de sus dueños durante catorce años. Se murió con nosotros— me dice mi amiga del alma y la niñez—, en su casa, en su cama. Es uno de sus consuelos. No tuvimos que ponerle la inyección —me dice F—, no sé si hubiera podido decidir en qué momento había que ponérsela.
Curro era un superviviente. Si hubiera caído en otra familia, quizás no hubiera llegado, como llegó, a una edad tan longeva para un perro. Pero, ni la epilepsia, ni las hernias, ni las decenas de achaques que padeció, de los que se recuperó como un campeón, pudieron con él hasta ayer.
Curro era como mi Tiza, un ser especial, un alma vieja y sabia, capaz de dar todo sin pedir nada.


Aunque hubiera que ayudarlo a salir, no renunciaba a su baño.
¿Nada? Bueno, sí, su rebanada de pan de molde antes de la cena, sus huesitos de aperitivo, su baño en la piscina, cuando apretaba la caló, sus juguetes, que enterraba en el jardín, siempre en el mismo sitio, sus momentos de introspección detrás de su maceta favorita, su ración de mimos…

Oviedo, Premios, Ricardo Muti, calvas indecentes, “Va pensiero”.
“Va’, pensiero, sull’ali dorate” por mi amiga del alma y la niñez, y su F., en cuyos corazones vivirá para siempre el perro querido y feliz que fue Curro.



Muti, Premio Príncipe de Asturias de las Artes, dirigió al público ante Berlusconi que, estoy segura, ni se inmuto.

domingo, octubre 02, 2011

"Um dia tinha de chegar...

em que contaria estas coisas. Nada disto tem importância, a nao ser para mím."


José Saramago. A bagagem do viajante




Frente a la Casa dos bicos, Lisboa

No sé qué me pasa, últimamente, que no encuentro ni momento ni ocasión para sentarme delante de este trasto y dedicarle un tiempo a mi blog y a los vuestros.
Igual es que, como soy de desarrollo lento, con cierta tendencia a la dispersión, que diría la mi Marcelilla, me cuesta renunciar a aquello que me apetece hacer y, a mayores, de lo único que no prescindo es de mis sagrados ratucos de dolce far niente, las 24 horas del día dan para lo que dan, y no tien mal que parecer a naide.
También, que como estuve cinco años, cinco, pegada a esti aparatu, en lo profesional y en lo personal (pasé tres de esos cinco años, acompañando a mi madre con el portátil sobre las piernas casi todos los domingos del otoño, el invierno y la primavera), ahora que no lo necesito tanto en lo profesional y que nos turnamos para acompañar a la madre, en lo personal, tarrezme sentarme aquí, pudiendo dedicar mi tiempo a otros menesteres, por ejemplo: playa y golf.
Sea como sea, el caso es que mi frecuencia de actualización y visiteo ralla en el abandono, lo sé.
Al decir que ni siquiera hice la crónica de las visitas blogueras de este verano, que fueron pocas, pero fantásticas. Menos mal que Candelilla y Pena son más, mucho más, expansivas que yo.



Con Calvin y una amiga en el Centro Cultural Niemeyer, que Cascos & Cía pretenden arrebatar a la Villa de Avilés

La carina que se me quedó cuando conseguí mis pasteis de Belem después de la consabida cola.

Ni de mi viaje a Lisboa y Oporto, a finales de agosto, con lo muchísimo que disfruté pateando las calles de esas maravillosas ciudades, de los pasteis de la Pastelaria de Belem, de la lectura, en portugués, de Saramago…

Praça Batalha (Porto), donde leí el primer artículo de "A Bagagem do viajante", y se me saltaron las lágrimas de la emoción

Ni del comienzo de este curso, como Tutora de un 1º de ESO, que ya quisiera, yo, ver a Lucía Figar (no se puede ser más tonta ni más pija, en el sentido peyorativo de la palabra) y a la ínclita Esperancita batiéndose el cobre ante mis 116 (en cinco grupos diferentes, eso sí), de siete nacionalidades diferentes, cada cual de su padre y de su madre, exclusivamente de su madre, de su madre y un señor que no es de Murcia, de su abuela y/o abuelo, y hasta de los Servicios Sociales (por mucho que las comunicaciones de mi instituto sigan dirigiéndose a “padre/madre del alumno/a”).
En fin, que ya llegará el invierno. O, quizás, quizás, quizás, consiga aprender organizarme y sacar tiempo para todo. Qué sabe nadie, que diría Raphael.

domingo, agosto 21, 2011

La maldición de la Termomix

Desde que, allá por el mes de mayo, cuando ni apretaba la caló, la mi Marcelilla y yo, quedamos las primeras de nuestra categoría en un torneo menor, pero torneo, al fin y al cabo; desde que la mi Marcelilla, alias el Misil, firmó una tarjeta con 51 puntos stableford, dejándonos a lamirmana y a mí sin habla, por la envidia admiración, la Suerte nos ha vuelto la cara del palo del revés y hemos contado nuestra participación en los torneos golfísticos por fracasos.
Preocupadas, por esta circunstancia adversa, y el correntío de torneos que se nos avecinaba, decidimos concentrarnos, lejos del mundanal, en un balneario de aguas sulfurosas, situado en medio de la nada, con el campo de golf a escasos 50 metros del hotel, y diseñamos un planning digno de las deportistas de elite que somos:
—Dormir diez horas diarias.
—Alimentarnos acorde a las necesidades de los duros entrenamientos.

Primera cena en el hotel, después del viaje y los primeros 18 hoyos de rigor

—Dedicar el tiempo necesario al relax siesta y el enriquecimiento espiritual lectura.
—Mejorar el swing en la cancha de prácticas y ensayar los approach y putts en el putting green, antes de salir al campo.


—Meternos entre pecho y espalda dieciocho hoyos diarios.


Todo preparado para iniciar la dura jornada

Momento de tensa espera, ante la lentitud de la partida anterior
—Realizar una sesión diaria de circuito termal, con la aplicación de chorros en las partes más castigadas de nuestras anatomías, con posterior periodo de meditación y revisión de golpes y estrategias.


Piscina exterior de aguas termales, ideal para sesiones de meditación y relax

—Disfrutar del entorno y la gastronomía local.

Patín del lago del hoyo 17 ajeno a la que se le venía encima

Cumplido el plan a rajatabla, nos presentamos al importante torneo para el que, tan a fondo, nos habíamos preparado. Un horror. Y otro horror, y otro.
Que, ¿cómo es posible? Después de mucho rompernos la cabeza hemos llegado a la conclusión de que algún alma perversa y envidiosa nos ha lanzado la maldición de la Termomix.

Si la envidia fuera tiña: ¡Mira que decir que la nuestra copa se parez al vaso de la Termomix...!

Es por ello, oyes, que hemos decidido ir a pasar el agua, al objeto de librarnos del mal de ojo y otros hechizos, o encantamientos, de los que, con toda seguridad, hemos sido víctimas.

Hoyo 9: ¿Inofensivas ranitas, o maléficas brujas camufladas?

Marcelilla ha solicitado el concurso de un hada buena, que la librará de todos los males, a la par que limpiará su aura y bendecirá su nuevo driver.
Yo, por mis partes, marcho un poquitín hasta el mágico país vecino, Portugal, con la mi M. Viaje que seguro, seguro, me pone la cabeza en mi sitio y aleja de mí todos los fantasmas de los torneos pasados.


PD:¡Temblad, golfistas, temblad! Volvemos en septiembre, dispuestas a hacernos con todos los vasos de Termomix que haga falta. Ea.

Y la que sea fea, que haga los recaos de noche.

domingo, agosto 07, 2011

La vida disfrutona de les visites foriates*

No hay cosa que más me guste, además de comer, dormir, desayunar en la cama, leer, hablar, bañarme en la mar —y en la piscina de la mi amiga del alma y la niñez—, ir al cine, tumbarme en sofá a ver mis series favoritas de TV, sentarme bajo la sombrilla —en verano, of course— a dormitar, arrullada por el sonido de las olas, jugar al golf con la mi Marcelilla y lamirmana, reunirme con mi familia, disfrutar de mis amistades, pasear por Xagó en invierno —y en primavera, y en otoño—, jugar al Scrabble, y a las cartas, y al bingo, viajar, y eso que estáis pensando, que recibir.
Me encanta recibir. Recibir visitas. Y si son de blogueras, de esas blogueras a las que llevo leyendo ni sé el tiempo, tanto que me parece que nos conocemos de toda la vida y ya me va pidiendo el cuerpo, y el alma, poner cara a las palabras que me emocionan, me hacen reír y sonreír, estimulan mi imaginación y, a qué negarlo, mi inteligencia, me permiten asomarme a sus vidas, compartir un trocito de la mía, y me acompañan durante las largas noches del invierno, más.
Del mi
Cañón del Colorado, que fue la primera en venir, este verano, sólo diré que disfruto de cada uno de nuestros encuentros, que más no puedo disfrutar, aquí, en su planeta murciano y amortizando nuestras respectivas tarifas planas de fijo y de móvil.
Con
Castafiore, a quien tenía tantas ganas de conocer, pasé una tarde noche estupenda, que me dejó con las ganas de averiguar de por qué se ríe al verse tan bella en ese espejo, porque lo es, por las fueras y por los adentros, aunque haya tenido tan poco tiempo para adentrarme en los mismos adentros que refleja en su blog.

Conjunto de casas modernistas de la calle S. Francisco

Lo de Pena y Candela, o Candela y Pena, que tanto monta, ha sido la bomba. ¡Santo Cristo de la Agonía, que diría mi tita E, qué risas, qué complicidad, que derroche!
Nunca un par de foriates se habían sumergido con tanto afán en la nuesa fala y la nuestra idiosincrasia. Quisiera que pudierais oírlas aplicando, en su justo contexto, con el más puro acento de la Cuenca, expresiones como “tengo que te lo decir”, “no me joder”, “falta-i una patatina pa facer el kilu”, o “esta camisetina, qué tactu tan amante… ¿comprásti-la’n Los Telares?”.

Al decir, que hasta se les ponían los vellos como escarpias escuchando la gaita, les vaqueires del mi güelu y el himno de Asturias...


Calderada de pescado, versión veraniega
Y ya, pa rematar, se comieron hasta la última patatina del platín de pescao que les puse, arrebañaron la salsa, no dejaron ni un frixuelu, y hasta me dejaron contarles, con pelos y señales, sin omitir detalle, la historia que reflejan los monumentos de mi ciudad ¿No ye pa idolatrales? Ye. Y no tien por mal que paecer a naide.

*Foriates. (del bable). Forasteras.

sábado, julio 16, 2011

El misterioso caso de la Tortilla de Merluza (y fin)

Por fin, después de varios años, ya ni recuerdo cuántos, de acaloradas discusiones anuales, indignaciones varias, ofensas profundas, dimes, diretes, y demás zarandajas, hemos conseguido restañar las heridas y zanjar el contencioso que a punto estuvo de provocar un cisma entre mis amistades murcianas.
Sí, queridas amigas y amigos, lectoras y lectores, público en general, este verano el menú de nuestra tradicional “Cena de Chicas” (igual un año de estos nos deshacemos de tan flagrante eufemismo y rebautizamos el evento como “Cena de Mujeres”), tuvo como plato estrella del menú típicamente asturiano que ofrecimos a nuestras insignes invitadas, la famosa, vilipendiada, misteriosa y esperada TORTILLA DE MERLUZA.




(pinchar sobre la imagen para leer sin lupa)


Dos días, dos, nos llevó, a la mi amiga del alma y la niñez y a mí confeccionar el susodicho menú. Dos tardes, dos, de pegarnos a los fogones con un calor de justicia (¡Bendito aire acondicionado! ¡Bendita piscina!), al objeto de no decepcionar las expectativas culinarias de nuestras amigas. Dos sesiones, dos, de evocar nuestra infancia a golpe de sabores.



(¡No sé qué hubiera sido de mí sin ella!)

Y una noche entera de pelearnos con el ordenador para imprimir esta primorosa tarjetuca en la que, aparte de detallar el menú, incluimos la receta de la famosa, vilipendiada, etcétera, TORTILLA DE MERLUZA.


(La tarjetuca nos quedó ideal)
La cena, no podía ser de otra manera, resultó un éxito. Nuestras comensales dieron buena cuenta de todos y cada uno de los platos. Hubo risas, chanzas (algunas bastante subidas de tono, como es menester) y alboroto. Brotaron las complicidades. Fluyeron las conversaciones al ritmo del vino, un “Protos” blanco que, desde aquí, recomiendo. No puedo decir que la sobremesa se alargó hasta bien entrada la madrugada porque, con los estómagos llenos y la curiosidad saciada, nuestras invitadas nos abandonaron a eso de la una y media de la mañana, so pretexto de que
trabajaban al día siguiente.

(No quedó monísima, la mesina?)

Eso sí, el misterio de con quién nos comimos aquella primera tortilla de merluza, que tanta cola ha traído, ha quedado sin resolver. Estoy por llamar a Iker Jiménez, o a Aramis Fuster. O a ambos.

domingo, mayo 08, 2011

La vida pletórica del golferío

Pues sí, queridas lectoras, amigas, amigos, público en general, como muy bien relata la mi Marcelilla en el su blog,



¡HEMOS GANADO NUESTRO PRIMER TORNEO DE GOLF!



Y para muestra, la foto de la copa que nos entregaron ayer como PRIMERA PAREJA de nuestra categoría.


(¡¡¡¡¡Oe, oe, oe, oe, o-eeeeeeeeeeeeeeeee, o-eeeeeeee!!!!!)


Y, tengo que lo decir aquí, a la bendita pública, ganamos el torneo porque jugamos como campeonas, y no tien mal que parecer.

Y jugamos como campeonas porque...


Juntes*, un hoyo entre dos parece mucho más que un hoyo.

Juntes, el golf entre dos, es golf en buena compañía

Si juegues así, que suerte que ahora estés junto a mí.

Juntes, torneo entre dos, haciendo los hoyos a medias.

Juntes, cualquier situación de broma entre los golpes serios

El golf entre dos, diciendo a los rabazos adiós.



*Porfa entona con nosotres el exitazo de Paloma San Basilio.

martes, abril 19, 2011

La vida placentera de los momentos

Resulta que mi cuerpo y mi mente se han puesto de acuerdo, por una vez, y han decidido que, al menos durante estos primeros días de vacaciones, lo que más les conviene es lo del relax total-confort-visa, tal que ofertaban algunas en la sección de Contactos de los periódicos de este país, sólo que sin dejar temblando la Visa, porque no la tengo. Que nada de ir adelantando trabajo para el tercer trimestre; que nada de lanzarme a los campos del golf, cual posesa; que nada de limpiezas de primavera; que nada que me suponga el mínimo esfuerzo físico o mental. Que me deje de planificar los días, de la mañana a la noche, y que esté muy atenta a lo que me piden en cada momento, que los tengo hasta las cejas de tanta actividad febril.
Total, que me han puesto a levantarme a horas prudenciales —nunca antes de las nueve—, a tumbarme en el sofá, a dormir siestas inmensas, a leer, a pasear por Xagó, a hacer todos los crucigramas de El País, que coleccioné durante el invierno, a visitar blogs y a ver películas y series, a troche y moche.

El mi sofá nuevo, en el que soy capaz de pasar horas y horas tumbada sin que se me resienta el esqueleto

Inauguré la temporada con los regalos de cumple del mi amigo Edu: La maleta de mi padre, discurso de aceptación del Nobel turco Orhan Pamuk, y, Estupor y temblores, de Amélie Nothomb, que ya me había recomendado, al principio de nuestra relación bloguera, My dear Canyon of Colorado. Ambos cayeron en Xagó. El primero durante un paseo, el segundo, al día siguiente, sentada bajo la sombrilla, ora atrapada en la lectura, ora contemplando el oleaje, ora dormitando. Me han fascinado ambos, cada cual en su estilo. Tanto, que esta mañana he ido a comprar Cosmética del enemigo, que pienso cepillarme esta tarde, después de la ración correspondiente de Navy investigación criminal, que me tiene sorbido el seso esta temporada, y a encargar Me llamo Rojo.

Atardecer del domingo en Xagó

Leo, a ratucos, Parando en Villalpando, de Maxi Rodríguez, escritor local y de localidades, regalo de la mi Marcela. Ratucos de risas, como este fragmento de La peña Mozart que transcribo:

—¿Cuál es su relación con otras peñas?, ¿es cierto que han denunciado a varios hooligans del Barroco por hacer pintadas contra "Don Giovanni"?
—¡Home, ye que jodiéronme la pizarra del menú del día! El tema ya ta en manos de abogaos, eso llévalo Viliulfo. Pero con las demás no tenemos ningún problema. Hicimos un amagüestu con "Los Amigos de Rosinni" y "El frente Shubert", de Tineo. Sólo hay mal rollo con la "Peña Stravinsky", de Noreña, porque anden poniendo a parir al allegro del concierto nº 20 en re menor, y no tienen cojones de decínoslo a la cara.
Ayer vi Salt y Phillis Morris, te quiero, recomendación del mi amiguin S, que me dejó un regustillo agridulce. La de Anjelina, sin comentarios. Muy mona, ella, muy Burn, hecho mujer. Punto.

¿Hasta dónde podemos llegar cuando queremos a alguien más de lo que nos queremos?

En fin, que estoy disfrutando a todo disfrutar en la tranquilidad de mi hogar haciendo lo que me piden i cuerpo y mi mente en cada momento.
Y hora me voy a comer, que parez que me lo va pidiendo el cuerpo, y a echar una siestita, que me la piden al unísono.

A ver si luego quieren llevarme a Xagó. A ver.

viernes, abril 15, 2011

La vida acertada de las decisiones

Tengo que lo decir aquí, a la bendita pública: volver al aula ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Sí, también estuvo bien dejarla, después de veintisiete años, veintisiete, de batirme el cobre ante las pizarras, para sumergirme en los procelosos caminos de la administración autonómica. Lo pasé muy requetebién, aprendí lo que está en los escritos, y lo que no, me asomé, sin adentrarme en ellas más que lo justo y necesario, a las cavernas de mi Consejería, sobrevolé las selvas de los centros educativos, sin conseguir penetrar —tengo que reconocerlo— en sus frondosidades, me codeé con la flor y nata de la Educación, con mayúsculas —un suponer Myriam Nemirovsky o Francesco Tonucci, alias Frato— y disfruté todo lo disfrutable.


Francesco Tonucci diserta sobre las ventajas de las copias en la caligrafía

También lo pasé mal, muy mal, pero ya se me ha olvidado.

Lo único que no aprendí fue a deslizarme por las moquetas y parqués de los despachos, ni a ejecutar graciosos y graciles besamanos, reverencia incluida, pero, si os digo la verdad, ni falta que me hacía.

Pero volver al aula, ha sido un acierto pleno. No sólo porque las sonrisas con las que me recibe mi alumnado cada mañana me nutran para todo el día; porque la confianza y la autoridad que me otorgan me haga sentirme orgullosa de haber elegido esta profesión; porque cada día sea un nuevo reto para mis oídos, mis nervios y mi imaginación; porque las veces que se me han escapado los pájaros —que se me han escapado, y mucho—, me han proporcionado la oportunidad de bucear en mis emociones, conocerme mejor e intentar ser mejor persona, mejor maestra; porque codearme con adolescentes me impide dormirme en los laureles, después de treinta y tres años de profesión; porque sus biografías que, desgraciadamente, nada tienen que envidiar a las que retrató Dickens, me permiten reconciliarme con mi adolescencia y agradecer al Universo la suerte que tengo de haber nacido donde nací, y tener una familia como la que tuve, y tengo.


H muestra su contribución al móvil colectivo


L y M marcan la base de su montaña


A obtiene el perfil de su volcán

Por todo eso, y mucho más.

Y también, a qué negarlo, porque ayer celebré el comienzo de mis VACACIONES con la mi Marcelilla, haciendo dieciocho hoyos, dieciocho.


Y hoy voy a ir a comer, y a dormir la siesta, a Xagó. Y mañana volveré a meterme, entre pecho y espalda, otros dieciocho hoyos. Y pasado haré lo que me dé la gana. Y al otro, que ya será lunes, no pondré el despertador y decidiré, sobre la marcha, qué quiero hacer. Y así (D. m.), durante ONCE días.


¿No ye la hostia? ¡Lo ye!

domingo, abril 10, 2011

La vida liberadora de las palabras

Leo, en el final de un reportaje del canal 24 Horas, que vi mientras desayunaba, una frase de Freud, Sigmund:

Uno es dueño de lo que calla, y esclavo de lo que habla.

Son, y serán (a qué negarlo), muchos años de esclavitud, pero hoy me apetece sentirme libre de mí misma.

Feliz y silencioso domingo.

sábado, abril 02, 2011

La vida poco cocida, casi cruda, de la realidad

Escucho en la radio, RNE, por más señas, que se ha creado la Real Academia Española de Gastronomía , la RAEG —bonito, a la par que sonoro acrónimo, que, no sé por qué, me recuerda a la onomatopeya de vómito. La locutora, que se decía en tiempos de mi padre, que también lo fue, en Radio Asturias, entrevista al Presidente de la susodicha institución, don Rafael Ansón. Presidente, no podía ser de otra manera. Por supuesto, la gastronomía es cosa de hombres, como la restauración gastronómica, la Lengua, la Ciencia, la Historia y, por no extenderme, el mundo mundial.

Cocinar, cocinamos, mayoritariamente las mujeres, restaurar, restauran los hombres. Así ye, no tien mal que paecer.


Aquí, el plantelazo de afamados restauradores a los que se han concedido 3 estrellas REPSOL


Venía, yo, hacia mi casa pensando que igual, ya que se trata de una Real Academia de novísima creación, no como la RAE, que necesitó doscientos sesenta y cinco años para que sus estatutos permitieran que una mujer, Carmen Conde, se sentara en sus sillones, más concretamente en el sillón K, letra que, no sé si será coincidencia, ocupa dos páginas y cuarto en el DRAE y que, a su muerte, ocupó Ana Mª Matute.




Se conoce que hacer un diccionario no contribuyó lo suficiente a limpiar, fijar y dar esplendor a la lengua española.



La misma Real Academia que impidió la entrada a María Moliner, no el siglo XIX, no, a finales del siglo pasado, en 1972. En el siglo XIX se la negaron a Gertrudis Gómez de Avellaneda, Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán.



Qué cosa, oyes, ¿no le ponen un sello a Carmen Conde cuando ya nadie escribe cartas?


Venía, yo, hacia mi casa pensando (¡estúpida inocencia!) que ya que hay una Ley Orgánica que promueve la igualdad efectiva de hombres y mujeres (la LO 3/2007, de 22 de marzo, para ser exacta), la RAEG sería un modelo de paridad, un espejo en el que se mirarían las demás Reales Academias, ejemplos vivientes de ese patriarcado trasnochado que nos domina.

Corro a Internet a buscar la página de la RAEG y, ¡oh sorpresa!, los académicos son, en su mayoría varones, como se puede apreciar en este gráfico.



Los señores reales académicos de la RAEG, y la cuota.


Llueve, en esta, mi pequeña villa provinciana. El cielo, tan azul y brillante, ayer, se ha vuelto a teñir de gris. La niebla envuelve las montañas que se ven desde mi ventana. El termómetro ha bajado quince grados, en menos de veinticuatro horas recordándome que aquí, en mi Asturias del alma, la Primavera sólo está en el calendario. Como las leyes de Igualdad. Como las aspiraciones de igualdad efectiva. Papel mojado, tan mojado como las calles de mi barrio.

miércoles, marzo 30, 2011

La vida dicharachera de los recuerdos

En mi primer viaje a Roma, hace treinta años (¡treinta!), me acompañó la mi Váyolet, una de mis más queridas y antiguas amigas. Váyolet, que reinó muchos años en la noche ovetense, y tuvo como súbditos a lo más florido del ambiente masculino local, no sabía ni lo que era un capitel. Yo, que ejercía con fruición de rata de biblioteca, apenas había dado mis primeros pasos en su mundo. Hicimos el tándem perfecto. De día, visitábamos los monumentos, de noche, melena al viento, minifalda, escote de escándalo, abanico en ristre, cenábamos en el Trastevere, nos dejábamos ver por las terrazas de moda —Piazza Navona, Piazza del Panteón—y acabábamos la noche en alguna de las muchas discotecas de la Ciudad Eterna.

Ligamos lo que no está en los escritos, en Roma y en todas las ciudades que recorrimos en aquel periplo de veintitantos días que hicimos por media Italia en mi Dyane-6. Sólo par de veces se me quejó, la mi Váyolet, a la que arrastré por las calles y los Foros, de iglesia en iglesia, una semana completa, casi siempre en coche, tengo que lo decir. Una, cuando, camino de Santa Maria Maggiore, me empeñé en visitar San Carlino alle Quattro Fontane. San Carlino se hallaba, a la sazón, ciuso per ferie, o per restauro, non posso ricordare, pero les cuatro fontanes y la maravillosa fachada de Borromini, ofrecían el mismo y deplorable estado en el que me las encontré ahora.

Al contemplar la suciedad de una y otras, la mi Váyolet, me sacó del trance de la contemplación para preguntarme, discreta en el tono, y la actitud, para no perturbarme en exceso:

—¿Era esto lo que veníamos a ver?

Esta vez me ha acompañado Obis*.

No he ligado nada, lo que se dice nada de nada, no me han llenado la mesa de rosas, como antaño, mientras tomaba café en el mismo establecimiento en el que lo hicieron Audrey Hepburn y Gregory Peck durante sus Vacaciones en Roma, he pagado religiosamente cenas, helados y cafés (no como entonces), y me he acostado antes de las once cada noche. Pero lo hemos pasado estupendamente, Obis y yo.

Fue un compañero perfecto, callado, discreto e infatigable. No protestó ni una sola vez por las larguísimas caminatas, durante las que permanecía a buen recaudo entre las hojas de mi Moleskine, y se prestó, sin rechistar, a cuantas fotos tuve a bien hacerle, para dejar constancia de su presencia en este viaje.

Escuchó atento todas mis explicaciones, y las de mis compañeras de viaje, se emocionó al contemplar las columnas del templo de Adriano, el Aracoeli, la Piazza del Campidoglio, el Panteón, la Capilla Sextina, la Escuela de Atenas, la fuente de Bernini en Piazza Navona y, por supuesto, San Carlino, sin comentar ni una palabra sobre el deplorable estado de les fontanes, negres como el carbón de la mina de La Camocha.

Hasta me ayudó a recordar ciertos detalles, cuando apuntaba en mi libretita las visitas del día, y me ha prometido que volverá conmigo a Roma, o a Venecia, o a Sebastopol, cuando yo quiera. A Venecia, de nuevo, pronto, Obis, muy pronto, le he asegurado.
*Biografía a posteriori.

jueves, marzo 03, 2011

La vida viajera de las palabras



Ni soy Audrey Hepburn ni me acompaña Gregory Peck, pero me voy a pasar estos días de Carnaval a Roma.
Que sepáis que cuando estuve allí por primera vez, hace la friolera de treinta años, con la mi Váyolet, tiré unas monedillas a la Fontana de Trevi y, oyes, ¡qué han surtido efecto!
La crónica, a la vuelta (D. m.).
Ci vediamo, caras.
Arrivederci.

sábado, febrero 26, 2011

La vida incomprensible de la existencia

Escucho por la radio, de camino mi cadena favorita de supermercados, dispuesta a llenar mi despensa, que España entera vive una jornada primaveral. Como en tantas ocasiones pienso que Avilés no está en los mapas (del tiempo). La niebla desdibuja los contornos del Niemeyer, mientras esa lluvia impenitente, que aquí llamamos orbayu, empapa sin prisa, pero sin pausa, sus muros de hormigón blanco.
Hace un ratín he hablado con la mi Marcelilla. La he pillado pidiendo una cervecita con limón, en una terraza de Sevilla, a 25º, disfrutando de la compañía de su girlfriend. Es primavera en Sevilla.
Me pregunto cómo será la primavera de Trípoli, o de Bengasi, o de cualquiera de esas ciudades cuyos nombre aprendo estos días, unidos a los cientos, miles, de muertos que está provocando ese claptócrata enloquecido, embriagado de poder, uno de tantos, que ha gobernado a su pueblo a base de terror y represión con la connivencia, incluso complacencia, de los países que nos llamamos, a nosotros mismos, civilizados. También con la mía, que no me he lanzado a la calle a protestar por semejante dislate; que analizo con mi alumnado la situación de los países que se están levantando contra sus dictadores, pero no pongo el suficiente ímpetu en criticar la complicidad de mi propio gobierno, más preocupado por el precio del crudo que por las vidas que se siegan todos los días. Vidas de personas como yo. Vidas de adolescentes de la edad de mi alumnado, contratados como mercenarios en países que viven en la más absoluta de las miserias, mientras sus gobernantes engordan cuentas bancarias en paraisos fiscales, Madrid, Londres, Paris, Roma o Nueva York, compran villas en la Toscana, edifican mansiones en EEUU, o se bañan en exclusivas playas mediterráneas.
(Imagen capturada de El País digital)
Me pregunto muchas cosas, en esta tarde lluviosa de sábado, desde la seguridad y comodidad de mi casa. No encuentro respuesta para ninguna.
Es primavera, en España. El cielo de Avilés llora por tantas primaveras con todas sus esquinas rotas.
 
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