jueves, noviembre 16, 2006

La vida absurda de los sentimientos


Cuatro años de concienzuda introspección, autoconocimiento, búsqueda, reencuentro, recuperación, reafirmación. Cuatro años de clausura voluntaria, alejada del mundanal (aleja la tentación, y alejarás el peligro, me ha dicho siempre mi madre). Cuatro años, en fin, de celibato... Y, ¿para qué? Para ir a morir a la blanca doble.
¡Hay que se joder, mecagüenmimanto, hay que se joder!*
Me fijé*, me atrajo, coincidimos varias veces, cruzamos unas palabras, inicié un tímido intento de seducción, le vi el plumero, reconocí viejos esquemas, replegué velas (¡Vaya por Dios, qué mala suerte, más de lo mismo!), ignoró mi lanzamiento de tejos (sutil, pero lanzamiento, al fin y al cabo), pasó de mí, y precisamente por eso, porque pasa de mí...
¡Hoy he vuelto a caer rendida a sus encantos!
Decime la verdá, ¿no ye pa matame?
*Irrefrenable ataque de asturianía propio de los momentos más críticos, en los que le sale a una su esencia más esencial.
*Sí, sí, hablamos de Ojos Verdes (que, por cierto, los tiene azules).
 
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