jueves, septiembre 06, 2007

La vida festiva de los eventos laborales


Hela aquí (henos de Pravia). Ésta es la bola que me ha regalado Ojos Verdes. Estoy que no quepo en mí de gozo, o sea, que como cantaba Marisol (a la que oigo entonar la cancioncilla en la tele, en este momento, porque tengo a mi madre conmigo y ella ve los programas que ve y no tien mal que parecer), tengo el corazón contento, el corazón contento, lleno de alegría.
Según me contaba ayer, cuando me la dio, en cuanto la vio, pensó en mí y se dijo: "Así vamos a acabar este curso (me la compró a finales del curso pasado), como cabras, con los ojos desorbitados y arrastrando los colmillos por los pasillos".
Pero, no, oyes, no, el curso lo acabamos en sus marcas y éste lo hemos empezado (por lo menos por mis partes) dabuten y con muy buenas perspectivas, también por mis partes, y calculo que por las suyas, porque ya me dijo este medio día, al despedirnos, después de haber invertido media hora en el proceso (y porque me esperaba mi madre, que sino me hubiera ido a comer con ella), con una sonrisa de oreja a oreja, y después de haber hecho mil planes conjuntos (todos ellos en el ámbito de lo laboral, no mos precipitemos), que nos vamos a jartar de vernos. ¡Cooooooooorrecto! ¡Jartémonos, leches!
De todas formas, centrémonos: la muchacha es hetero-hetero, o sea: perspectivas de ligoteo, cero patatero. Clarinete lo tengo. Ahora bien, desde aquí os lo digo, en habiéndola declarado aliciente oficial, todos esos planes conjuntos me requete chiflan, y la perspectiva de jartarnos de vernos, más todavía.
No obstante, he de confesarlo, me temo. Porque me conozco, me temo. Y ya, cagüenmimanto, me he dado motivos para temerme.
Y hasta aquí puedo leer.
 
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