lunes, octubre 18, 2010

La vida endémica de la actividad académica



Bueno, pues nada, oyes, ya estoy de nuevo, desde hace un mes, disfrutando de la vida escolar, o académica.
Hace un par de semanas, lo que es a principios de los corrientes (tres, cuatro, ocho, segundo piso,ascensor) asistí a mis primeras reuniones de Equipos Docentes, también conocidas como RED. Tutor de 1º de ESO, único varón del grupo. Departamento de Matemáticas.
“Imagino que ya habréis disfrutado de la magnífica experiencia del aula áurea”. Aula en la que, de veinte, catorce han repetido algún curso, bien en Primaria, bien en Secundaria. Alumnado de etnia gitana, cuatro; alumnado extranjero (from Brasil, República Dominicana, Ecuador y Rumania), cinco; alumnado de NNEE, dos. De etnia.
En este, como en el resto de los grupos, el mayor delito, y argumento educativo, es: No hacen los deberes. No tienen hábitos de estudio y trabajo.
Medidas pedagógicas: Llama a la madre.
El guión de la reunión también incluye el apartado “Evolución global del grupo” y que, grupo tras grupo, de los seis que me tuve que tragar, consistió en: Fulanita es un desastre, Menganito es un vago y un maleante, Citanito no tiene luces, A Perenganita, si pensara tanto en los estudios como en arreglarse, igual le iba mejor.
En un momento de la “Evolución global del grupo” de la cuarta reunión, concretamente, la del Aula Áurea, después de haber llenado mi libreta de anotaciones y dibujitos, y haberme mordido la lengua hasta hacerme sangre:
—Fulanita: es más corta que las mangas de un chaleco —afirma, el citado tutor— y, encima, NO HACE LOS DEBERES. Entre eso y que viene de la República Dominicana, ya podemos imaginar lo que va a dar de sí.
—Pues —digo yo, harta, ya de estar harta—, esta mañana nos estuvo contando un montón de cosas sobre Cristóbal Colón.
La cara de mi compañero docente, de habitual circunspecta, a la par que malhumorada, se iluminó con el mismo destello que imagino iluminó el rostro de Arquímedes antes de pronunciar su famosísimo ¡Eureka!, imprimiendo a sus palabras un tono de rabia no contenida:
—¡Ja, eso es porque le interesa!
Al día siguiente, Fulanita, cuando hablábamos de los movimientos de la Tierra, y les comentaba aquello de que, en la Antigüedad, se pensaba que era el Sol el que giraba alrededor de la Tierra, levantó la mano y dijo:
—Eso es la teoría geocéntrica, profe.
No pienso decírselo a su tutor, no vaya a ser que le extirpe el interés a golpe de tedio.
 
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