sábado, enero 13, 2007

La vida secreta de los cuentos infantiles


¿Hay alguien que no conozca este bonito cuento infantil? ¿Hay alguien que no lo haya leído durante su infancia, o que no se lo haya leído o contado a las criaturas de su entorno, cuando aún no sabían leer, apoyando su narración en las imágenes del cuento?
Las imágenes valen más que mil millones de palabras. El poder de las imágenes es infinitamente superior al de la palabra. Las imágenes van directamente a la parte del cerebro en la que se cocinan nuestras emociones, a esa parte en la que vamos fraguando nuestra idea del mundo.
A través de la imagen se transmiten y se contribuye, de una forma contundente y definitiva, a perpetuar los estereotipos de género que tanto daño hacen a unas y a otros.
Desde la más tierna infancia, las niñas y los niños van configurando, con ayuda de los cuentos infantiles, esa construcción cultural a la que llamamos género.
He aquí un inocente cuento infantil, uno de tantos. En esta ocasión no voy a ofreceros mi versión (quizás en otro momento), voy a pediros que, si os apetece, hagáis un pequeño análisis de esta, insisto, inocente imagen. Ya me contaréis, si queréis.
 
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