domingo, noviembre 08, 2009

La vida conmemorativa de las palabras

Resulta que ayer estuve de cumpleblog y ni me enteré. Y eso que, aprovechando la circunstancia de que un frente borrascoso está atravesando la península con el consabido derroche de lluvia, granizo y vientos huracanados, me pasé la tarde en casita, que si dormitando, que si viendo la tele, que si merendando con la madre y el hermano, que si de paseo por los blogs amigos…
Cuatro años, cuatro, en los que este blog no me ha dado más que satisfacciones. Ahora bien, desde aquí lo digo, la mayor, de las satisfacciones, ha sido tener la oportunidad de conectar con quienes, si no llega a ser por este medio, jamás hubiera llegado a conocer.
Porque eso de escribir lo que le salga a una de las entretelas y saber que va a tener eco —el que sea, pero ECO, al fin y al cabo—, está muy requetebién; las risas, las complicidades, incluso las diferencias de opinión, son fantásticas, pero eso de asomarse a las casas ajenas, sabiendo que se es bienvenida, y tener la certeza de que, incluso a miles de kilómetros de distancia, alguien se va a asomar a la mía, para compartir mis alegrías y solidarizarse con mis penas, eso, queridas amigas blogueras, no tiene precio.
Así que ahora, cuando salga, me voy a comprar unos pastelinos para el postre, les voy a poner encima cuatro velas y voy a soplarlas por vosotras, por mí y por el maravilloso mundo de los blogs.
 
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