martes, diciembre 01, 2009

Bilbo y Tiza en el blog de Farala

Pues no, no llegué a tiempo para participar en el concurso de Farala porque como vivo sin vivir en mí, etcétera, sólo encontré momento para redactar el texto que debía acompañar las fotos cuando supe que la entrada que estaba leyendo era la penúltima y que como no me diera prisa me quedaba fuera de concurso.
Luego la MQLP, a Farla, sufrió un ictus, que menos mal que se quedó en susto, y buena estaba ella para preocuparse de concuros y zarandajas, que bastante tenía con sobreponerse y atenderla, como para ponerse a pensar en tonterías tales como que yo le había mandado mi aportación al límite del tiempo.
Así soy yo, que lo dejo todo para el último instante, y luego me pasa lo que me pasa. Desde aquí te lo digo, Faralita, la culpa fue mia, y solo mía, no te has de preocupar.
Pero lo que no quiero dejar pasar es esta oportunidad para contar, o relatar, una pequeña y entrañable anésdota que protagonizaron la inigualable Elenita Faraláez y Bilbo este verano, después de que Elenita se convirtiera, por méritos propios, en dueña de mis peludos.
(Faraláez en Mármara's house mostrando sus dotes de artista)
(Obsérvese el detalle de la dedicatoria)
Un día, a finales de agosto, me llama Farala y me dice que estaban jugando a “Los Personajes”, ella, Kali y Elenita, y que la rapacina les había propuesto un miembro de su familia, varón. Dado que los miembros masculinos de la familia de Faraláez son más bien escasos, a Farala y a Kali no les quedó más remedio querendirse y preguntar en quén habia pensado Elenita:
—¡Es Bilbo! —afirmó la niña, como si no pudiera caber ninguna duda— Porque Bilbo es de nuestra familia, mamá —aclaró—, que Mármara me ha dicho que Bilbo y Tiza también son míos.
Total, que se pone Elena al teléfono y, después darle cumplida cuenta de las actvidades de mis peludos (que si Bilbo se había estado bañando, pero Tiza no, que si Bilbo ya había apredido a subirse al coche, que si nos habíamos comido un helado entre los tres, que si tal y pascual) le digo que voy a poner el teléfono en la oreja a Bilbo para que lo llame a ver qué hace.
Y, héteme aquí que, en cuanto Bilbo, que ya sabéis que tiene un oído prodigioso, oyó la voz de la niña, se puso a ladrar como un loco, y a correr de un lado a otro, calle arriba, calle abajo, buscándola, y mirándome como preguntando: "Pero, ¿dónde está Elenita, que la oigo y no la veo?".

Así que sí, Faraláez, puedes decirle a todo el mundo que Bilbo y Tiza también son tuyos, porque lo son.
PD: Me voy de puente a Barcelona, al objeto de realizar un bonito curso, que tiene como tema "El eneagrama para docentes", del que espero volver mucho más sabia y, sobre todo, completamente desestresada. Nos vemos a la vuelta. Feliz puente.
 
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