viernes, junio 26, 2009

La vida nostálgica de los recuerdos


Corría el año 1978 cuando empezó a emitirse en España Los Ángeles de Charlie. Por aquella época, y teniendo en cuenta que siempre he sido un poco lenta, a la par que inconsciente, pa mis cosas, no tenía ni remota idea de que mi tendencia sexual era la que era. Vamos, que ni lo sospechaba. Es más, tenía un novio formal, y fornido, con el que hacía esquí de travesía, por las bonitas y agrestes montañas de la cordillera asturiana, tallaba madera, corría en madreñes po les caleyes* y me aprendía el nombre de las flores y los pájaros en latín, por ejemplo.
Sin embargo, ¡oh, sin embargo!, aunque no fuera consciente, a mí me gustaban las mujeres. Vamos, que, ya de aquella, y muchísimo antes, me enamoraba perdidamente (igualico, igualico, que ahora) de las heroinas televisivas, y literarias. Quizás el despiste se debiera a que también me enamoraba perdidamente de los héroes televisivos, un suponer el capitán Lee, de Viaje al fondo del mar (¡si es que soy muy vieja, leches!), que no de los literarios.
(El morenazo de la derecha ye el Capitan Lee de mis entretelas juveniles)
¿Debí sospechar de mi auténtica identidad sexual cuando, en vez de enamorarme del Sandokán de la serie televisiva, me sentía fuertemente atraída por su rubia partenaire, que cuando aparecía en pantalla me hacían los ojos chirivitas? ¿Debí plantearme que lo mío no eran los paisanos cuando me llevé el disgusto de mi vida el día que dejaron de emitir Los vengadores y me arrebataron, para siempre, a Emma Peel? ¿Debí ser consciente de lo que se fraguaba en mi interior cuando mi personaje favorito de El club del Pino Solitario, de Malcolm Saville, era Peter (Petronella Sterling), en vez del apuesto David?
(Diana Riggs caracterizada de Emma Peel, maminina, maminina)
Debí, sí, debí. Pero como ya tengo dicho que siempre he sido muy lentuca, a la par de inconsciente pa mis cosas, pues tuvieron que pasar tres años, desde el estreno de Los Ángeles de Charlie en TVE para que me diera por enterada de que lo mío eran, habían sido, y serán, foreveranever, las mujeres y me enamorara, también perdidamente, de MJ, la primera mujer con la que me acosté, un par de meses antes de cumplir los 27.
Porque, por supuesto, yo fui una de las que se enamoró perdidamente del personaje de Farra Fawcett (aunque ni me acuerde de su nombre en la serie).
Se ha muerto, Farra Fawcett. Con ella se muere un símbolo y una época, aunque lo que tiene ser una estrella del celuloide televisivo es que ella, su cuerpazo de escándalo y su cabellera rubia permaneceran, para siempre, en mi retinas y en mi biografía.
PD: También se ha muerto Michael Jackson, pero, a pesar de los pesares, para mí no fue lo mismo.
*Caleyes. Del bable. Caminos de tierra estrechos e intrincados, por lo general, habida cuenta de la climatología asturiana, llenos de barro. Y piedras.
 
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