sábado, noviembre 03, 2007

La vida irónica de las palabras


El martes pasé el día en el vertedero central de Asturias, que gestiona COGERSA, en el Seminario de inauguración de la campaña de este curso de la Red de Escuelas por el Reciclaje.
Volví más impresionada que la otra vez, cuando al valle en el que se ha instalado este monumento a la cultura del despilfarro, le quedaban veinticinco años para llenarse con las basuras que producimos cada día en esta región, que ronda el millón de habitantes. En el 2015 no cabrá más basura en este valle, cuya cota máxima supera los 110 metros de profundidad (como el acantilado del Cabo Peñas, más o menos). ¿Qué haremos, entonces?
En toda España no existe un sistema de recogida y tratamiento de RSU (residuos sólidos urbanos) tan sofisticado como el que tenemos en Asturias (Ni en Navarra, aseguró, orgullosa, una de las monitoras). Lo creo, pero ¿de qué nos sirve? Vale, de algo, puesto que cada día se separa y se recicla más en Asturias, y en toda España, pero de poco. RECICLAR debería ser el último peldaño de una escalera en la que la base, como ocurre siempre, es fundamental. Y la base es REDUCIR. Pero, para REDUCIR, hay que tener conciencia de lo que se está haciendo. Y esa conciencia apenas existe. A las pruebas me remito.
 
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