jueves, diciembre 04, 2008

La vida reveladora de las discusiones

Hoy he tenido una auténtica y genuina revelación: soy tonta*. Pero, tonta, tonta, lo que se dice tonta del bote.
(Mármara, en el papel estelar de su carrera)
O lo que es lo mismo, me falta entendimiento y razón y, a mayores, no proceso. Y, a mayor abundamiento, no sólo soy tonta sino que, además, tengo la absurda tendencia a entrar a todos los trapos, que ni necesito que sean rojos. Vamos, que, a mí, me pones uno blanco del tamaño de un kleenex, y allá voy yo, ciega cual topo, sin importarme un comino que detrás del trapín haya un muro de hormigón (armado).
Y eso es, justamente, lo que me ha pasado hoy.
Vale que me apasione mi trabajo. Vale que, impelida, más que impulsada, por esta pasión le eche más horas al curro que Pepelhijoputa. Vale (y de esto hace muy poco que soy consciente) que sea más avara que el tío Gilito y me empecine en meterme en mil y un jardines (que lo mío, más que avaricia es usura). Vale que precise, o necesite, un cursillín acelerado de asertividad. Vale que cuando frego, frego. Vale trabaje los domingos y fiestas de guardar, si es preciso, o necesario. Vale que, desde que estoy este puesto, no tenga horario, ni fecha en el calendario. Vale que me haya jodido la mitad del verano. Vale que valga lo que tenga que valir, pero de ahí a entrarle al trapo a mi jefe va un abismo, que ni la fosa de las Marianas.
Pero, ¡Santo Cristo de la Agonía!, ¿quién me manda a mí, discutir con él? Si tiene toda la razón, el hombre, que para eso es jefe, que si yo supiera lo mismo que él, la jefa sería yo.
Si trabajo los domingos y fiestas de guardar, es mi problema. Si me jodí, yo solita, mi última semana de vacaciones de agosto, haberme organizado mejor (o no haber utilizado seis moscosos para pillar una semana de vacaciones en junio para irme a Mitadelcamino, con la que me iba a caer en septiembre). Si le cogí el teléfono a mi asesora de la Consejería, a la coordinadora de formación, y a la jefa del servicio correspondiente de una dirección general que no era la mía, en pleno mes de agosto y solventé los problemas que me trasladaron, ¿quién me mandó, eh, quién coño me mandó? Y si ya, para rematar, acepté un encargo de mi jefe del servicio, en plena vorágine de un noviembre negro, me jodo. Por tonta.

Y, ahora, los cinco moscosos que me quedan y los compensatorios que me correspondían por haber trabajado en verano, con los que pensaba pillar unas vacaciones decentes, me los meto donde me quepan, que si no los gasté antes fue porque no quise.
Y no, no me consuela que el resto del equipo esté en las mismas que yo. Sobre todo porque como la única que abre la boca soy yo, pues eso, además de joderme, me llevo los rapapolvos. Por tonta.


*DRAE. tonto, ta.
(
De or. expr.).
1. adj. Falto o escaso de entendimiento o razón. U. t. c. s.

lunes, diciembre 01, 2008

La vida perversa de las imágenes publicitarias

Este fin de semana que acaba de pasar, tuve un rapto bucólico y pastoril. Aprovechándo el temporal que nos acompaña, decidí quedarme en mi casita, en vez de desplazarme a la capital del Principado, a disfrutar de la soledad y el sosiego de mi hogar.
Pico Gorfolí a las doce del medio día (SE)
El NE, amenazando, después de "La Gran Granizada".
(El patio del cole después de la monumental granizada que cayó sobre las tres)
Pensaba dedicar mi post semanal a describiros mi maravilloso fin de semana, pero, ¡héteme aquí!, que ayer, domingo, salgo, como de costumbre, a una hora prudencial a dar mi paseo con este par de peludos con los que comparto casa, además de vida, y a comprar El País, una de mis costumbres domingueras más arraigadas.
Por aquello de romper con la rutina, en vez de empezar por el periódico, empecé por el Semanal, que prometía, con eso de los cien personajes del año, aunque sólo fuera por comprobar la proporción de hombres y mujeres (no, no me equivoqué). El artículo de Maruja Torres me dejó un sabor agridulce, más agrio que dulce, aunque, cuando se me cayeron todos los palos del sombrajo fue cuando llegué a la sección de ¿Belleza?
En el momento en el que escribo (no he visto el último informativo) son SESENTA, las mujeres muertas por causa de la violencia de género (hubieran sido sesenta y una, si el innombrable, que es que no encuentro calificativo, de Pontevedra hubiera encontrado a su ex esposa), que si las sumamos a las QUINIENTAS TREINTA Y TRES, asesinadas desde 1997, año en el que se comenzó el recuento, hacen un total de QUINIENTAS NOVENTA Y TRES, en diez años y once meses. Lo que viene a suponer una media de CINCO MUJERES AL MES.
Cuatrocientas mil mujeres sufren malos tratos, en España. No creo que haya una sola mujer, en este país, por no meterme en casa ajenas, que no haya sufrido algún tipo de violencia por el simple hecho de ser mujer. Y, sin embargo, fulanos como este, todavía se permiten jugar con el imaginario colectivo y hacer apología de la violencia sexista en sus imágenes publicitarias.
(No pueden caber más estereotipos que inciten a la violencia sexista en una sola imagen)
Aunque lo peor no es eso, si no que lo hace porque esto es lo que vende. Sabe, perfectamente, qué teclas tocar. Y las toca. Y su música sigue sonando, mientras cientos de miles de mujeres son maltratadas, vejadas y despreciadas, tratadas como meros objetos de consumo. Mientras decenas de mujeres siguen muriendo a manos de sus maltratadores.
Para completar su línea de lencería, pensada para mujeres fuertes, liberadas sexualmente, que deciden a quién quieren enseñarle su lencería, ha lanzado un perfume, Body Glamour, con olor a "boudoir" de los pies a la cabeza.
Y, para mayor escarnio, El País le dedica CUATRO páginas.
¡Qué asco, joder, qué asco!

 
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