(Mármara, en el papel estelar de su carrera)
O lo que es lo mismo, me falta entendimiento y razón y, a mayores, no proceso. Y, a mayor abundamiento, no sólo soy tonta sino que, además, tengo la absurda tendencia a entrar a todos los trapos, que ni necesito que sean rojos. Vamos, que, a mí, me pones uno blanco del tamaño de un kleenex, y allá voy yo, ciega cual topo, sin importarme un comino que detrás del trapín haya un muro de hormigón (armado).
Y eso es, justamente, lo que me ha pasado hoy.
Vale que me apasione mi trabajo. Vale que, impelida, más que impulsada, por esta pasión le eche más horas al curro que Pepelhijoputa. Vale (y de esto hace muy poco que soy consciente) que sea más avara que el tío Gilito y me empecine en meterme en mil y un jardines (que lo mío, más que avaricia es usura). Vale que precise, o necesite, un cursillín acelerado de asertividad. Vale que cuando frego, frego. Vale trabaje los domingos y fiestas de guardar, si es preciso, o necesario. Vale que, desde que estoy este puesto, no tenga horario, ni fecha en el calendario. Vale que me haya jodido la mitad del verano. Vale que valga lo que tenga que valir, pero de ahí a entrarle al trapo a mi jefe va un abismo, que ni la fosa de las Marianas.
O lo que es lo mismo, me falta entendimiento y razón y, a mayores, no proceso. Y, a mayor abundamiento, no sólo soy tonta sino que, además, tengo la absurda tendencia a entrar a todos los trapos, que ni necesito que sean rojos. Vamos, que, a mí, me pones uno blanco del tamaño de un kleenex, y allá voy yo, ciega cual topo, sin importarme un comino que detrás del trapín haya un muro de hormigón (armado).
Y eso es, justamente, lo que me ha pasado hoy.
Vale que me apasione mi trabajo. Vale que, impelida, más que impulsada, por esta pasión le eche más horas al curro que Pepelhijoputa. Vale (y de esto hace muy poco que soy consciente) que sea más avara que el tío Gilito y me empecine en meterme en mil y un jardines (que lo mío, más que avaricia es usura). Vale que precise, o necesite, un cursillín acelerado de asertividad. Vale que cuando frego, frego. Vale trabaje los domingos y fiestas de guardar, si es preciso, o necesario. Vale que, desde que estoy este puesto, no tenga horario, ni fecha en el calendario. Vale que me haya jodido la mitad del verano. Vale que valga lo que tenga que valir, pero de ahí a entrarle al trapo a mi jefe va un abismo, que ni la fosa de las Marianas.
Pero, ¡Santo Cristo de la Agonía!, ¿quién me manda a mí, discutir con él? Si tiene toda la razón, el hombre, que para eso es jefe, que si yo supiera lo mismo que él, la jefa sería yo.
Si trabajo los domingos y fiestas de guardar, es mi problema. Si me jodí, yo solita, mi última semana de vacaciones de agosto, haberme organizado mejor (o no haber utilizado seis moscosos para pillar una semana de vacaciones en junio para irme a Mitadelcamino, con la que me iba a caer en septiembre). Si le cogí el teléfono a mi asesora de la Consejería, a la coordinadora de formación, y a la jefa del servicio correspondiente de una dirección general que no era la mía, en pleno mes de agosto y solventé los problemas que me trasladaron, ¿quién me mandó, eh, quién coño me mandó? Y si ya, para rematar, acepté un encargo de mi jefe del servicio, en plena vorágine de un noviembre negro, me jodo. Por tonta.

Y, ahora, los cinco moscosos que me quedan y los compensatorios que me correspondían por haber trabajado en verano, con los que pensaba pillar unas vacaciones decentes, me los meto donde me quepan, que si no los gasté antes fue porque no quise.
Y no, no me consuela que el resto del equipo esté en las mismas que yo. Sobre todo porque como la única que abre la boca soy yo, pues eso, además de joderme, me llevo los rapapolvos. Por tonta.
*DRAE. tonto, ta.
(De or. expr.).
1. adj. Falto o escaso de entendimiento o razón. U. t. c. s.