
Al principio de la película, David Kepesh, profesor de crítica literaria, le dice a su alumnado algo así:
-Cuando vuelvan a leer Guerra y Paz dentro de diez años, leerán otro libro, porque ustedes habrán cambiado.
Podía haber añadido, para completar la teoría, que cada libro tiene tantas lecturas como personas que lo lean.
Ocurre lo mismo con la pintura, la escultura, la arquitectura, la música..., el cine.
Así que hoy no voy a decir demasiado sobre esta película. Lo más seguro es que mi interpretación no coincida con la vuestra, como no coincidió con la de M. y T.
Salí del cine rebotada, pero no supe el porqué hasta que M. me dio la clave.
-¿Qué es lo que no te ha llegado? -me espetó- ¿La soledad?
Podía haber sido, pero no, no fue la soledad lo que impactó directamente en mi línea de flotación y me hizo revolverme en el asiento durante toda la película, sino algo que me ha lastrado desde que me alcanza la memoria.
___________George. Las mujeres bellas son invisibles.
David. ¿Cómo van a ser invisibles, si todo el mundo las mira?
George. Las miran, pero no las ven. Sólo se fijan en el envoltorio.
[...]
George. ¿Conseguiste verla?
David. Sí, pero no supe interpretar lo que veía.