Escucho en la radio, RNE, por más señas, que se ha creado la Real Academia Española de Gastronomía , la RAEG —bonito, a la par que sonoro acrónimo, que, no sé por qué, me recuerda a la onomatopeya de vómito. La locutora, que se decía en tiempos de mi padre, que también lo fue, en Radio Asturias, entrevista al Presidente de la susodicha institución, don Rafael Ansón. Presidente, no podía ser de otra manera. Por supuesto, la gastronomía es cosa de hombres, como la restauración gastronómica, la Lengua, la Ciencia, la Historia y, por no extenderme, el mundo mundial.
Cocinar, cocinamos, mayoritariamente las mujeres, restaurar, restauran los hombres. Así ye, no tien mal que paecer.
Aquí, el plantelazo de afamados restauradores a los que se han concedido 3 estrellas REPSOL
Venía, yo, hacia mi casa pensando que igual, ya que se trata de una Real Academia de novísima creación, no como la RAE, que necesitó doscientos sesenta y cinco años para que sus estatutos permitieran que una mujer, Carmen Conde, se sentara en sus sillones, más concretamente en el sillón K, letra que, no sé si será coincidencia, ocupa dos páginas y cuarto en el DRAE y que, a su muerte, ocupó Ana Mª Matute.
Se conoce que hacer un diccionario no contribuyó lo suficiente a limpiar, fijar y dar esplendor a la lengua española.
La misma Real Academia que impidió la entrada a María Moliner, no el siglo XIX, no, a finales del siglo pasado, en 1972. En el siglo XIX se la negaron a Gertrudis Gómez de Avellaneda, Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán.
Qué cosa, oyes, ¿no le ponen un sello a Carmen Conde cuando ya nadie escribe cartas?
Venía, yo, hacia mi casa pensando (¡estúpida inocencia!) que ya que hay una Ley Orgánica que promueve la igualdad efectiva de hombres y mujeres (la LO 3/2007, de 22 de marzo, para ser exacta), la RAEG sería un modelo de paridad, un espejo en el que se mirarían las demás Reales Academias, ejemplos vivientes de ese patriarcado trasnochado que nos domina.
Corro a Internet a buscar la página de la RAEG y, ¡oh sorpresa!, los académicos son, en su mayoría varones, como se puede apreciar en este gráfico.
Los señores reales académicos de la RAEG, y la cuota.
Llueve, en esta, mi pequeña villa provinciana. El cielo, tan azul y brillante, ayer, se ha vuelto a teñir de gris. La niebla envuelve las montañas que se ven desde mi ventana. El termómetro ha bajado quince grados, en menos de veinticuatro horas recordándome que aquí, en mi Asturias del alma, la Primavera sólo está en el calendario. Como las leyes de Igualdad. Como las aspiraciones de igualdad efectiva. Papel mojado, tan mojado como las calles de mi barrio.