jueves, enero 31, 2008

La vida incoherente de las ideas


Hela aquí, helas de ele. La pareja lésbica perfecta. El paradigma bolleril por excelencia. La que todas querríamos ser, o tener.
Convivencia, estabilidad (económica, social, emocional...), materialización del éxito (personal, social, económico), monogamia garantizada por decreto, persistencia en el tiempo, continuidad genética, transmisión de la propiedad y los valores (morales)... Resumiendo, la glorificación del único modelo admitido por los valores de la sociedad patriarcal imperante: la familia tradicional cristiana que defienden a ultranza las cúpulas peperas y eclesiásticas.
Un siglo de lucha feminista; la reivindicación de la diferencia; el orgullo gay; la construcción de la identidad; los esfuerzos, casi siempre infructuosos, por lograr la igualdad de derechos y oportunidades, el lugar que nos corresponde, a las mujeres, en el ámbito público y en el privado; decenas de años (y los que te rondaré, morena) intentando conseguir la independencia, la autonomía personal, emocional, económica y social, y la valoración de las tareas tradicionalmente femeninas, para hacerlas extensivas a ambos sexos; el cambio de concepto en la masculinidad y la feminidad alejadas de estereotipos perniciosos...
Y llegan estas dos, y babeamos (yo la primera, o la última, que tampoco es plan de pelearse por el orden). Y justificamos (yo no, pero bueno, vale) la opción de Tina, en aras de una maternidad responsable. Y agonizamos (yo también) cuando presenciamos el deterioro y el final de su relación paradigmática. Y condenamos la infidelidad de Bette con la carpintera, pero disfrutamos (en silencio) con el morbazo que nos da. Y odiamos a Helena Peabody. Y se nos abren las carnes (las mías, en canal) cuando se reconcilian para tener juntas a su hijita. Y maldecimos a Jodie (yo no, pero ése será tema de otra entrada). Y castigamos (castigan las guionistas, pero nosotras asentimos complacidas), ora a Bette, ora a Tina, ora a ambas. Y clamamos por su reconciliación definitiva, y una sexta temporada consagrada a la materialización de su amor eterno. Y sólo queremos que nos devuelvan (really, me too) al sueño imposible del amor romántico.
 
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