jueves, noviembre 25, 2010

La vida reveladora de las palabras



Hace unos años, tantos como nueve, se me ocurrió mandarle un regalo de cumpleaños a Ana Mª Matute.
Antes de que confesara, no recuerdo la razón, que se había quitado un año, cumplía los mismos que mi madre. Entre eso, y que era una de mis autoras favoritas, le propuse a mi alumnado de 2º de ESO escribir un libro de cuentos, entre todas las clases, y enviárselo. Aceptaron mi propuesta y nos pusimos a ello.
Se trataba de homenajearla reescribiendo “El jorobado”, un cuento de diez líneas incluido en “Los niños tontos”.
Leímos muchos cuentos cortos, desde Monterroso a Quim Monzó, pasando por Rodari, Laura Esquivel… Por supuesto, los suyos. Algún fragmento de “Olvidado Rey Gudú”, de “El polizón del Ulises”, "Sólo un pie descalzo". Investigamos sobre su biografía. Supimos por qué empezó a escribir.
Desmenuzamos “El jorobado”, discutimos sobre él, sobre el significado de las palabras, los recursos literarios, la estructura interna y externa. Lo leímos del derecho y del revés. Cada cual, incluida yo, escribió su cuento, su propia interpretación. Plasmaron en él sus emociones, inquietudes, su visión del mundo. Su propio dolor adolescente.
Guardo en la memoria la cara de satisfacción de J, que sólo aprobó Lengua, aquel curso, a pesar de que repetía, quizás porque se levantaba a las cinco para ayudar, cada día, a su madre, trabajadora de la rula, antes de ir al instituto, cuando me entregó el suyo:
—Profe —me dijo, pensando que le recriminaría la extensión—, no llego a lo de Monterroso, pero casi, ¿eh?


“Era un niño que estaba siempre muy apagado. Su aspecto dejaba mucho que desear, porque nunca salía de la caravana. Su padre no lo dejaba salir porque al tener joroba se avergonzaba de él. Siempre hacía lo mismo para tenerlo contento, le llevaba juguetes y comida cara. Pero lo único que quería el niño era salir al teatro y hacer de guiñol para que los otros niños se rieran con él.”

Con todos los cuentos editamos un volumen que le enviamos, a través de su editorial.
Nunca nos contestó.
Me dio tal coraje su actitud, por la decepción de mi alumnado, por la mía propia, que no volví a leer nada suyo desde entonces.
Hoy, que he leído todo lo que publicó “El País” creo que he entendido el porqué de su silencio. Su segundo marido, el hombre de su vida, su compañero, el que la compensó del horror del primero que “no era malo, era peor”, se murió el mismo día de su cumpleaños. Normal que no quisiera celebrar ese día nunca más. Qué lástima que este dato se me hubiera pasado entonces, con todo lo que leí sobre ella. Qué lástima que no hubiéramos tenido la oportunidad de enviarselo con motivo del "Premio Cervantes"*, que deberían haberle concedido en aquella época, justo después de la publicación de "Olvidado Rey Gudú", tras veinte años de silencio. Seguro que nos hubiera contestado.

*Por cierto, ¡ya era hora, leches, ya era hora!

15 comentarios:

dintel dijo...

Oye, me puedes felicitar a mí con los cuentos de tus alumnos el día de "Puertas Abiertas", que es mi cumple... ejem... (Me haría ilusión y les daría las gracias).

Jirafas en Gerundio dijo...

Preciosa iniciativa, Mármara. Aunque no contestara, valió la pena de la experiencia de todo el trabajo realizado.

Pena Mexicana dijo...

Preciosa historia mármara, qué pena por tus alumnos que ella no contestara, hubiera sido el broche de oro para una experiencia que de por si fue enriquecedora.
Leyéndote me haces recordar que hay espacios de satisfacción en la docencia...
besitos

siempre anónima dijo...

Que no contestara estaba dentro de lo posible, ¿no? Fuera por el motivo que fuera, quizá ni ella misma abre su correspondencia, ¿qué importa que ella no contestase? En mi opinión, lo realmente valioso, es la actitud del alumnado participando en el proyecto. Me pregunto a quién habría satisfecho más el hecho de que ella contestara.

Candela dijo...

Qué bonita experiencia para ti, seguro que más de uno la recuerda aunque esté lejana. Una pena que no haya respondido, a pesar de sus pesares. Fue un hermoso regalo. Un beso.

Mármara dijo...

Esto está hecho, Dintel, aunque mejor que cuentos casi voy a proponerles un cómic colectivo ;)
Jirafas, Pena Mexicana, Siempre Anónima y Candela: Desde luego que mereció la pena. Siempre la merece comprobar que el alumnado se implica de esa manera cuando propones algo que no sea el (tedioso) libro de texto. Y más, cuando hubo muchos casos en los que el cuento sirvió para que plasmaran sus preocupaciones y emociones.
Que no contestara me decepcionó a mí, sobre todo porque en todos los casos en los que se hicieron experiencias semejantes siempre hubo respuesta. Una carta, intercambio de correos electrónicos, el envío de un ejemplar dedicado para la Biblioteca Escolar. Incluso el regalo de un cuento inédito, como hizo Adela Turin con la clase de EI-5 de la mi M, en italiano y en francés (que tengo en mi poder) que el grupo le reenvió ilustrado, después de que la madre de una de las alumnas, educada en Francia, lo tradujera.
Pero ya digo que después de saber lo que le pasó ese día se lo he perdonado y mañana mismo compraré alguno de los libros que publicó desde entonces.

Anca Balaj dijo...

Ay, me ha encantado la experiencia que cuentas. Qué bonito poder hacer cosas así, porque te dejan, porque los alumnos responden...
Ah, qué envidia...

Sandra Sánchez dijo...

Qué anécdota más bonita Mármara, me ha encantado.
;)

Mármara dijo...

El alumnado responde (casi) siempre aMi,si nosotras sabemos estimular su interés.
Gracias, Pulga. A mí me encantó hacerlo, y espero poder seguir en esa línea en esta vuelta a las aulas.

BO dijo...

Mármara sabes? creo que hay que ser por encima de todo agradecido. Personas que muestra tal interés por tu obra y tu persona no puedes ignorarlas, ni su esfuezo, no hay excusa. Ni para ella ni para su secretaría,que seguro que la tiene. Menos mal que la experiencia la llevareis guardada para siempre a pesar se la Sra. Matute. Besos.

Ico dijo...

De las mejores... se le puede permitir todo, es genial, mujer y escribe muy bien..

Eduardo Arias dijo...

Qué bien expuesto el asunto: tu plan, su desarrollo, su silencio, tu comprensible enfado, tu inaceptable decisión de no leerla, tu encomiable cambio de actitud ante los nuevos datos.
Conocía la historia, pero no este final, que me ha gustado mucho más que el anterior. Se ve que los años a veces nos hacen mejores.
Te beso, Marmarilla (y te agradezco el comentario pertinente)

Anca Balaj dijo...

Ah, ah, Mármara, eso creía yo, que el alumnado responde... pero este año tengo un grupo (centro recién abierto, barrio "especial", etc) que me está haciendo perder la fe. Por eso me dio envidia lo que contabas, echo en falta hacer este tipo de cosas con niños y niñas, echo de menos que nos riamos juntos... ay...

No, no voy a perder la fe, voy a seguir peleando.

Mármara dijo...

Todo, todo, no se lo permito ni a mi madre, Ico, aunque estoy contigo en que Ana Mª Matute es, sin duda, una de las grandes de nuestra literatura.
A mí también me ha gustado mucho más este final, querido amigo, en el que, cmo ya comenté, salgo ganando.
Un beso muy grande y feliz puente.
No pierdas la fe, aMi, no la pierdas. A veces, demasiadas veces, la única fe que tienen es la nuestra.

la cocina de frabisa dijo...

Es una historia tan bonita, como emotivo ha sido la alegría de esta mujer al recibir el Cervantes.

De todas formas, aunque a todos nos encantó verla con esas enormes muestras de júbilo y la vemos tan mayor y parece que nos gusta más que se haya llevado esta alegría en vida, peroooooooooooo, digo yo, qué marido ni qué leches, si de verdad recibió el trabajo de tus alumnos, es un regalo de un valor que no puede quedar sin agradecer, ni que sea la Matute ni que sea el papa ni el Rey.

besos, amiga mía.

 
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