martes, septiembre 26, 2006

La vida mágica de las palabras



En 1968, Robert Rosenthal y Leonore Jacobson hicieron un experimento que titularon Pigmalión en el aula. Se informó a un grupo de docentes sobre los resultados de un test de inteligencia. El test había detectado la presencia en sus aulas de alumnos y alumnas con altísimas capacidades y que, por lo tanto, se esperaba que fueran los que mejores resultados obtendrían aquel curso. Y así fue. Ese grupo especial obtuvo un rendimiento mucho mayor que el resto de su grupo. Lo sorprendente es que a ese 20% de alumnado especial ni se les había hecho el test ni tenían un cociente intelectual superior al resto de la clase.

¿Qué pasó? ¿Cómo fue posible que chicas y chicos normales y corrientes obtuvieran semejantes resultados?

La respuesta está en el efecto Pigmalión.

5 comentarios:

Marcela dijo...

Si es que lo que la gente espera de ti empuja muchísimo a la hora de actuar. Por eso, cuando oigo a alguna persona adulta decirle a una adolescente "no vales para nada" me dan escalofríos, porque muchas veces lo que esperamos de alguien,se cumple.
Cuando alguien confía en nuestro bien hacer y nos ve con posibilidades de triunfo, el triunfo se acerca mucho.

Anónimo dijo...

Hola Mármara, me atrevo a pasar por tu blog, te agradezco el comentario y sobre todo disculpa que no te dijese nada antes, esperaba que no ibas a ponerme ningún impedimento.

Aunque digas que tienes fallos como docente, a mi me parece una maravilla las cosas que dices sobre educación, cuando pusiste en el comentario del blog de Roma, que te había dado justito en el ojo, en principio no sabía que pensar y estuve esperando tu comentario, me alegro de haberlo hecho.

Bueno, el motivo de mi comentario era decirte que hace unos días vi en el pais este artículo que me resulto muy interesante sobre esto que tu dices el efecto Pigmalión, te pongo el enlace por si acaso no lo has leido: http://www.elpais.es/articulo/portada/Superarse/efecto/Pigmalion/elpepspor/20060917elpepspor_14/Tes/
Me hizo pensar mucho acerca de lo que se dice, me acordé de una frase que pusiste el otro día "Es muy difícil que alguien que encuentre sentido a su aprendizaje, escatime esfuerzos, muy difícil",por eso pienso yo sucede lo que cuentas en el artículo, pues si logras transmitir a alguien que confias en él y le haces que encuentre sentido al aprender simplemente, seguro que aprenderá. Creo que esa es la tarea del enseñante. Difícil taréa, no creas que no lo sé, pero muy reconfortante, creo yo, cuando se intenta y se consigue.

Un saludo

Mármara dijo...

Gracias, Chusbg, soy lectora habitual de "El País" y ha sido, precisamente, en ese artículo en el que he basado mi post.
He querido ponerlo porque entroncaba con la idea que estamos debatiendo en el blog de Roma.
¿Cómo es posible que, afectándonos como nos afecta personalmente, no seamos capaces de tenerlo presente en el aula?
La razón es sencilla: a mi profesión le falta reflexión sobre la práctica docente, le faltan planteamientos metodológicos, necesita ejercitarse en la autocrítica y le sobra, a mi entender, la queja continua y demoledora de quienes sólo saben ver la paja en el ojo ajeno y no son capaces de ver la viga en el propio.

yo, la peor de todas dijo...

qué curioso ese experimento, conmigo experimentaron con el efecto anti-pigmalión, me desmotivaron tanto en mi EGB que decidí estudiar y todo. La docencia ha cambiado mucho, aunque haya problemas con los chavales, el el modo de hacer de los profesores ha ido a mejor y eso se agradece (al menos desde mi experiencia de repetidora con actitud pasiva negligente y desinteresada.... grabadito en mi memoria tengo mi primer test psicopedagógico)

Mármara dijo...

Pues te ha pasado lo mismo que a mí, que hasta estudié y decidí dedicarme a la docencia, y todo. Para que luego digan que lo del efecto Pigmalión, y su anti, no tienen importancia. Vamos, vamos...

 
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