martes, diciembre 05, 2006

La vida vivida de las palabras (II)


La semana pasada me encontré a Los Delfines en la frutería. Lo mismo que Las Ardillas y Los Osos habían salido a hacer su ruta por las tiendas del barrio. Como ya son grandes (tienen cuatro años), cada cual lleva su propia lista de la compra.
En medio de una gran algarabía van pidiendo sus frutas, mientras la maestra llama su atención sobre el peso o la cantidad de piezas para comprobar que, efectivamente, se ajustaban a lo anotado en la lista. Tocan las frutas, comprueban su textura, discuten sobre el color, el tamaño...
¿Qué pone ahí? -pregunta Lara a su maestra señalando los números que aparecen en la báscula. 438 grs. -responde ella-, que es más de un cuarto de kilo. Queremos tres mandarinas, pero pesan más de lo que hemos decidido comprar ¿Qué hacemos? Después de una breve discusión deciden llevarse las tres mandarinas, aunque pesen más de lo previsto. ¿A quién le toca? Déjame mi lista.Tres naranjas. Dori pone tres naranjas sobre la báscula. ¿Qué pone ahí? 820 gramos, más de medio kilo. Tres naranjas pesan más que tres mandarinas. Eso es porque son más grandes. Mira, mira, una calabaza. No hemos apuntado calabaza en la lista. Es amarilla y tiene pepitas. Le toca el turno a las avellanas. ¿Qué pone ahí? 250 gramos. 250 son más que cien. Tienes que quitar algunas. ¿Muchas? -pregunta Dori. La interrogación se dibuja en el rostro infantil, que mira a su maestra en busca de ayuda. Unas pocas. ¿Qué pone ahí? 100 grs, los que necesitamos. Entran pocas avellanas en 100 grs. Porque son grandes. Son casi tan grandes como las castañas. Risas. ¿Tendremos suficiente?
Al volver del paseo toda la clase dibuja lo que más le ha gustado. Charlan. Discuten. Comprueban el tique de compra. Comentan. Escriben. Ponen su nombre. No harán planillas y planillas de emes, enes, unos y treses. No picarán ni colorearán ni recortarán las frutas del otoño en un libro de fichas. Anotan lo que necesitan. Escriben sobre lo que han visto. Dibujan lo que más les ha llamado la atención.
La escuela ha salido al barrio. El barrio entra en la escuela.

4 comentarios:

chusbg dijo...

Quizás en esa salida de la escuela al barrio se haya plantado la semilla de alguna tendencia de algún niño sin que nos hayamos dado cuenta, quizás uno de esos niños sea, luego más tarde, el que regule el comercio de la fruta, en Asturias, en España, o, en el mundo, quién sabe, pero sobre todo es seguro que los niños aprenden con la sonrisa en los labios, comentando con sus compañeros, preguntando sobre cosas que quieren comprender y cuando uno esta feliz, contento, aprende mejor, esta preparado para recibir las enseñanzas mejor.
El aprendizaje además de lecciones magistrales, memoria y esfuerzo, para mi, es eso, confundirte con el mundo teniendo el corazón alegre y abierto a las novedades.

Un saludo y espero que la vuelta del largo puente no sea muy traumática.

Mármara dijo...

Has dado en el clavo, Chus, ésa es la idea: facilitar la comprensión poniendo al alumnado en situaciones reales de aprendizaje. Indagar, investigar, discutir, plantear interrogantes para que cada cual encuentre su propia respuesta. No se estimula la inteligencia dando respuestas a interrogantes que nadie se ha planteado. Con tres, con trece, con veintitrés. En la escuela, en el instituto, en la universidad.
Feliz vuelta al trabajo para ti también.

Marcela dijo...

Holaaaaa, marmarita, aquí estoy de nuevo por el cibermundo. Vuelvo del descanso y encuentro un post tuyo que me encanta, viva la escuela que está viva, vivaaaaaaa.

Anónimo dijo...

Hola Mármara!! Menuda sorpresa agradable me he llevado con tu blog... una maestraaaa!! Te leo ya y te seguiré leyendo...

Como dice Marcela: viva la escuela que está viva!!! jajajaja

Un abrazo!!

 
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