jueves, enero 29, 2009

La vida emponzoñada de las palabras y las imágenes

Resulta que hoy el es cumple de Aurora, alias La Bella Durmiente. No la de Perrault, o la de los Hermanos Grimm, ni siquiera la de los cuentos de hadas que se transmitieron durante siglos gracias a la tradición oral. No. La que hoy cumple cincuenta tacos es la de Disney, la única que cuenta, por aquello de que las imágenes cinematográficas, esas que van directamente al núcleo duro de nuestras emociones sin pasar por el filtro de la razón, valen más que cienes y cienes de palabras.
Es decir, que gracias a don Disney, varias generaciones de mujeres, hemos crecido construyendo nuestro imaginario sentimental, incluso nuestra imagen como mujeres y (futuras) esposas, sobre las premisas que marcaron un par de misóginos (Parrault y el susodicho). Varias generaciones de mujeres hemos soñado, alguna vez (y la que lo niegue ya se lo está haciendo mirar), con que un príncipe encantador nos rescatara de nosotras mismas y diera sentido a nuestras inútiles vidas. Porque ésa, y no otra, es la moraleja del cuento.
(Barbie y Kent en el papel de Aurorina y el su Príncipe Azul)
Veamos. Resulta que el papá y la mamá de Aurorina, de profesión monarcas, no pueden tener descendencia. Gracias a las artes máginas, se embarazan, pero en vez de dar a luz a un varón, legítimo heredero del reino, van y tienen una rapaza. Primer contratiempo: las mujeres no estamos preparadas para reinar y no les va a quedar más remedio que entrar en negociaciones con algún reino vecino, que terminará por anexionarse al de Aurorina.
Y luego va, y resulta que la chavala les sale atolondrada (segúndo, y peor, contratiempo), díscola (que no autónoma), bordeline (entre las gracias que le concedieron las hadas no estaba la de la inteligencia), curiosona (chungo, si eres mujer la curiosidad te está vedada) y, lo que es peor, desobediente. Porque, vamos a ver, ¿quién le mandó subir hasta la torreta aquella y ponerse a hilar? Que, mira que se lo habían advertido, ¿eh?, pues, oyes, que no hubo forma. Y, claro, se pinchó y la pició. Menos mal que tuvo la suerte de que un príncipe se fijó en ella y la salvó, a ella y a todo su reino, de la desgracia.
O lo que es lo mismo: si eres mujer, lo tuyo es estarte quietecita, que estás más mona, hacer lo que te manden sin rechistar y dejarte de andar curioseando por ahí, que te pierdes, como el gato.
(La atolondrada, rubia, alta, mona de la muerte, cinturina de avispa, 100B, haciendo de las suyas por el palacio)
Y todavía hay algunas (infelices) que piensan que son ellas mismas, consigo mismas, las que deciden dejar los cargos directivos de los centros educativos en manos de tres de los cinco varones que componen su claustro (25/5), o que no entran en la Real Academia de la Lengua, por ejemplo, porque es mucho más importante dedicarse a al sostenimiento de la intendencia del hogar y la crianza de sus vástagos (que se conoce que no han oido hablar nunca de María Moliner). O que las que traspasan el techo de cristal, o son unas solteronas amargadas, o unas insatisfechas con su vida familiar.
En fin.
Dicho todo ello, y como no nos queda otra que darle una vueltecita de tuerca a nuestro (ideal) acervo cultural, aquí os dejo una versión moderna de La Cenicienta mucho más constructiva y edificante que la de Disney y compañía, escrita e ilustrada por Nunilo López Salamero (palabra) y Myriam López Salamero (imagen), para que, si alguna vez tenéis que contar alguno de estos cuentos, os sirva de inspiración, les deis una patada en el trasero a Perrault y a Disney y, de paso, contribuyáis a desmontar los estereotipos que tanto daño han hecho, y siguen haciendo, al género femenino. Y al masculino.
(Pincha sobre la imagen para seguir el enlace)
PD: Y ahora sí, me voy a ver los DOS capítulos de la sexta temporada de L que he grabado y atesorado para regalármelos hoy mismo, que llevo unas semanitas trabajando cual Cenicienta y, encima, sin una princesita lila que echarme al coleto.

9 comentarios:

dintel dijo...

No he podido leer el cuento desde este ordenador porque se me bloquea, pero me parece bien que existan cuentos como el que me imagino que es este. Demasiado pesa la historia para podérnosla sacudir rápidamente de encima.

ConchaOlid dijo...

Ayyy, lo de la cinturina de abispa no me ha marcado mucho (ya lo verás) y, si te soy sincera, leía otras cosas de chica.(Tintin, Axteris...)
A lo que vamos,y lo peor es que han sido, mayormente, nuestras madres las que han seguido inculcandonos la tradición...

Marcela dijo...

marmarita, querida, añado a tu cuento de la perezosa esa que se pasó cien años sobando, la tía, que a veces la envidio, oye (por lo de dormir, fía), que el final que había en la tradición oral era que el príncipe la violaba y eso la hacía volver a la vida. Vamos que almodóvar en su "Hable con ella" tuvo donde encontrar inspiración ¿verdad? A la salvación por la violación, tiene cojones la cosa, y nunca mejor dicho.

Mármara dijo...

Totalmente de acuerdo, Dintel. La historia nos pesa demasiado, por eso conviene ir desmontándola, sin prisas, pero sin pausas.
Es cierto, Conso, fuimos educadas por nuestras madres. Madres que han hecho posible que, desde la generación anterior a la mía, estudiar una carrera universitaria se considerase algo normal. Madres a las que la dictadura y la iglesia católica dictó cómo tenían que ser, y lo que nos tenían que transmitir. A base de amenazas, principalmente.
Cierto, Marcelilla. Antes de ser edulcorados por Disney, los cuentos de hadas tradicionales, eran mucho más crueles con nosotras.

Mari Triqui dijo...

Me gustó mucho el cuento, tanto, que lo he enviado a todas mis compañeras y amigas.
Los dibujos me encantan. Qué guapa esta Cenicienta sin curvas y con los ojos tan grandes!
Muchos besos.

Mármara dijo...

Glora, como venimos diciendo en todos los foros sobre "Educación para la igualdad", en los que intervenimos, mis compañeras y yo, todo es válido, si ayudamos a nuestro alumnado a verlo con ojos críticos.
Este cuento fue escrito e ilustrado para un grupo de mujeres maltratadas.
Feliz finde, compañera. Besos lluviosos, again.

farala dijo...

mármara, tu post me ha recordado a Cornelia Parker y su exposición de mediados de los 90, cuando puso a Tilda Swinton (actriz ahora famosa por las cronicas de narnia, antes por orlando) durante una semana, dormida o aparentemente dormida, metida en una caja de cristal, como parte de una de las obras de la artista Cornelia Parker. La denuncia, como te podrás imaginar, no necesitaba más palabras que las del título de la "obra" The maybe (los quizases, quizás, quizas, quizas). Solo decirte que mi hija (fan de disney malquemepese) no ha podido NUNCA con la peli, y hasta el día de hoy es la única de disney con al que no puede...es la inanción de la bella lo que la mata, comprensiblemente

Mármara dijo...

Desde luego, Faralita, esa hija tuya apunta maneras. Que no resista a Aurorina, a su edad, ya es un puntazo. Luego, ya te encargarás tú de ofrecerle otra visión del resto de las disnayadas.

mogama dijo...

Bravo por tu nota. Soy seguidora de tu blog hace mucho tiempo y siempre acudo a él como una forma de despertar de la realidad.
Estoy encantada con tu forma de escribirnos.
Esta nota me ha llevado a una reflexión ( bueno, más de una)...
Los tiempos cambian simplemente porque es el propio tiempo el que manda. Es el dueño y señor de que cada segundo se vaya sumando a su antojo. Y al fin y al cabo, la especie humna lo único que hace es estar ahi con sus evoluciones e involuciones pertinenetes. Así que...la mujer seguirá siendo madre y el hombre padre.
¿Qúe pasa si una mujer elige dejar el sillón de la Real Academia aparcado?
Es cierto que ahora tenemos la opción de ELEGIR (sólo algunas) tener o no, un éxito público y profesional. Pero antes los éxitos (en el ámbito femenino)sociales y profesionales también existían. Las armas han variado. Nos hemos especializdo, nada más. Pero la educacíón sigue siendo la educación. Los valores no han cambiado porque el sentimiento aun sigue vivo. Terminaremos matándolo en pos de la ambición del reconocimiento social, político, eonómico...en fin...del poder... No perdamos nuestra identidad.
No estoy rechazando la posibilidad de la mujer como género, de tener una profesión y vivir de ella. Sería un absurdo. Pero digo no, un no tajante, a la utilización de las armas masculinas. Somos mujeres, utilicemos nuestras propias armass.
La segunda parte del cuento posiblemente sea la instauración de un matriarcado en el reino, gracias a que la Somnolienta se quedó dormida.

Un saludo.

 
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