miércoles, marzo 30, 2011

La vida dicharachera de los recuerdos

En mi primer viaje a Roma, hace treinta años (¡treinta!), me acompañó la mi Váyolet, una de mis más queridas y antiguas amigas. Váyolet, que reinó muchos años en la noche ovetense, y tuvo como súbditos a lo más florido del ambiente masculino local, no sabía ni lo que era un capitel. Yo, que ejercía con fruición de rata de biblioteca, apenas había dado mis primeros pasos en su mundo. Hicimos el tándem perfecto. De día, visitábamos los monumentos, de noche, melena al viento, minifalda, escote de escándalo, abanico en ristre, cenábamos en el Trastevere, nos dejábamos ver por las terrazas de moda —Piazza Navona, Piazza del Panteón—y acabábamos la noche en alguna de las muchas discotecas de la Ciudad Eterna.

Ligamos lo que no está en los escritos, en Roma y en todas las ciudades que recorrimos en aquel periplo de veintitantos días que hicimos por media Italia en mi Dyane-6. Sólo par de veces se me quejó, la mi Váyolet, a la que arrastré por las calles y los Foros, de iglesia en iglesia, una semana completa, casi siempre en coche, tengo que lo decir. Una, cuando, camino de Santa Maria Maggiore, me empeñé en visitar San Carlino alle Quattro Fontane. San Carlino se hallaba, a la sazón, ciuso per ferie, o per restauro, non posso ricordare, pero les cuatro fontanes y la maravillosa fachada de Borromini, ofrecían el mismo y deplorable estado en el que me las encontré ahora.

Al contemplar la suciedad de una y otras, la mi Váyolet, me sacó del trance de la contemplación para preguntarme, discreta en el tono, y la actitud, para no perturbarme en exceso:

—¿Era esto lo que veníamos a ver?

Esta vez me ha acompañado Obis*.

No he ligado nada, lo que se dice nada de nada, no me han llenado la mesa de rosas, como antaño, mientras tomaba café en el mismo establecimiento en el que lo hicieron Audrey Hepburn y Gregory Peck durante sus Vacaciones en Roma, he pagado religiosamente cenas, helados y cafés (no como entonces), y me he acostado antes de las once cada noche. Pero lo hemos pasado estupendamente, Obis y yo.

Fue un compañero perfecto, callado, discreto e infatigable. No protestó ni una sola vez por las larguísimas caminatas, durante las que permanecía a buen recaudo entre las hojas de mi Moleskine, y se prestó, sin rechistar, a cuantas fotos tuve a bien hacerle, para dejar constancia de su presencia en este viaje.

Escuchó atento todas mis explicaciones, y las de mis compañeras de viaje, se emocionó al contemplar las columnas del templo de Adriano, el Aracoeli, la Piazza del Campidoglio, el Panteón, la Capilla Sextina, la Escuela de Atenas, la fuente de Bernini en Piazza Navona y, por supuesto, San Carlino, sin comentar ni una palabra sobre el deplorable estado de les fontanes, negres como el carbón de la mina de La Camocha.

Hasta me ayudó a recordar ciertos detalles, cuando apuntaba en mi libretita las visitas del día, y me ha prometido que volverá conmigo a Roma, o a Venecia, o a Sebastopol, cuando yo quiera. A Venecia, de nuevo, pronto, Obis, muy pronto, le he asegurado.
*Biografía a posteriori.

6 comentarios:

Blau dijo...

Fíaaaa, que abandono! cuanto me presta leerte. Por qué no me invitaste a ese maravilloso viaje? o mejor, cuadra uno a Florencia. Sería maravilloso ir contigo y, of course, mi Drac a una de las ciudades más bonita que he visto.
Recuerdo el Duomo y su campanario, el Ponte Vecchio con sus joyerias, el museo uffizi y todos los otros, los Medici...aiinss..llevameeee.

Besines.

Sra. Castafiore dijo...

Aunque le falte un fregao, roma forever.

¿Y obis escribe a tu dictado o se rebela y se despacha con una encíclica en tu moleskine :D?

Pena Mexicana dijo...

Pobrecita Italia, tan bella y tan llena de "eso" que tienen en el gobierno...
Lo que yo recuerdo de mi viaje a Italia es que Roma olía muy mal, que el Vaticano me dejó indignada por tanto lujo y Florencia me fascinó y prometí volver... y no lo hice aún. Todo se andará :)

ISA dijo...

Pues yo quiero volver a Venecia y pasearme en góndola por los canales aunque huelan que apesten. Y quiero andar por las callejuelas y cruzar los puentecicos y que me claven por un café en el Harry's Bar.
Que cuenten conmigo, caray, que soy buena y me adapto a todo.

Calvin dijo...

Obis, tal y como lo había imaginado, tal y como me lo habías descrito.
:)

Mármara dijo...

Chicas, habéis de disculpar mi falta de respuesta a vuestros comentarios. Pasé unas semanitas de órdago a la grande.
Un día de estos publico la biografía de Obis.

 
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