Tantas horas ante el ordenador, tanto trasiego, tanta reunión, tanta caxigalina, tanto viaje y tanta historia, me han hecho merecedora de un regalito que no he dudado en proporcionarme.
Pues sí, amigas mías, esta semana me he regalado dos masajes, dos, que me han venido de perlas (auténticas) para recomponer mi maltrecha espalda y, de paso, hacer subir, varios enteros, mi ánimo.
Y, como diría mi madre, la que sea fea, que haga los recaos de noche.
1 comentario:
Ja,ja,ja,ja. Me encanta el dicho de tu madre. Con razón hay ese trasiego nocturno por las calles. Un besín, paisanina.
Tempus dixit.
Publicar un comentario