lunes, noviembre 14, 2005

El poder y la palabra (II)


En un mundo donde el lenguaje y el nombrar las cosas significan poder, el silencio es opresión y violencia.

Adrianne Rich

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin duda, fantástica y certera frase.

Extrañamente, soy una enamorada del lenguaje y sus andamios. Recuerdo con placer los días de instituto traduciendo griego y latín, abrigada y con media melena, la mesa llena de diccionarios y un gran tazón de leche junto a mis cuadernos.

Saludos a la autora

Tempus Fugit dijo...

¿Y qué se hace con aquellos que no les dan a las cosas su verdadero nombre?

Mármara dijo...

No tan extrañamente, Ligia, hay muchas personas enamoradas del lenguaje, entre las que me incluyo. ¡Qué tierna y evocadora la imagen que describes! Y, cuánto me identifico con ella, aún hoy, cuando escribo rodeada de mis diccionarios.
Y, con quienes no le dan a las cosas su verdadero nombre, Tempus, según lo veo, tenemos, como mínimo una opción: predicar con el ejemplo, utilizando de forma rigurosa el lenguaje (todo se pega, querida amiga) y no permitiendo que se haga mal uso de él en nuestra presencia.

 
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