En un mundo donde el lenguaje y el nombrar las cosas significan poder, el silencio es opresión y violencia.
Adrianne Rich
3 comentarios:
Anónimo
dijo...
Sin duda, fantástica y certera frase.
Extrañamente, soy una enamorada del lenguaje y sus andamios. Recuerdo con placer los días de instituto traduciendo griego y latín, abrigada y con media melena, la mesa llena de diccionarios y un gran tazón de leche junto a mis cuadernos.
No tan extrañamente, Ligia, hay muchas personas enamoradas del lenguaje, entre las que me incluyo. ¡Qué tierna y evocadora la imagen que describes! Y, cuánto me identifico con ella, aún hoy, cuando escribo rodeada de mis diccionarios. Y, con quienes no le dan a las cosas su verdadero nombre, Tempus, según lo veo, tenemos, como mínimo una opción: predicar con el ejemplo, utilizando de forma rigurosa el lenguaje (todo se pega, querida amiga) y no permitiendo que se haga mal uso de él en nuestra presencia.
3 comentarios:
Sin duda, fantástica y certera frase.
Extrañamente, soy una enamorada del lenguaje y sus andamios. Recuerdo con placer los días de instituto traduciendo griego y latín, abrigada y con media melena, la mesa llena de diccionarios y un gran tazón de leche junto a mis cuadernos.
Saludos a la autora
¿Y qué se hace con aquellos que no les dan a las cosas su verdadero nombre?
No tan extrañamente, Ligia, hay muchas personas enamoradas del lenguaje, entre las que me incluyo. ¡Qué tierna y evocadora la imagen que describes! Y, cuánto me identifico con ella, aún hoy, cuando escribo rodeada de mis diccionarios.
Y, con quienes no le dan a las cosas su verdadero nombre, Tempus, según lo veo, tenemos, como mínimo una opción: predicar con el ejemplo, utilizando de forma rigurosa el lenguaje (todo se pega, querida amiga) y no permitiendo que se haga mal uso de él en nuestra presencia.
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