sábado, diciembre 17, 2005

La vida idealizada de las palabras


Bilbo acompañando al Coro Monteverdi, dirigido por Sir John E. Gardiner, en una interpretación magistral del Requiem de Mozart, una de sus piezas favoritas.

No todo es paz y armonía, en mi convivencia perruna diaria, no. Que una tiende a idealizar las situaciones, pero las cosas son como son y no quiero, ni puedo, ocultarlas.
Desde que Bilbo llegó a casa, un desapacible día del mes de febrero de 2002, me he visto obligada a modificar algunas de mis costumbres. Por ejemplo: hay ciertas obras clásicas que tengo que escuchar con cascos porque, en cuanto suenan los primeros acordes, mi perrín enfoca sus pabellones auditivos hacia las cajas, se coloca de tal guisa y se empeña en acompañar, a aullido limpio, a cualquier orquesta, con sus coros correspondientes. Eso sí, respetando los tempos y matizando los fortes y los piano, lo cual es de muchísimo agradecer.
(No, no se me ha ocurrido llevarlo a la tele, aunque ciertas personas de mi vecindario bien que me lo han sugerido).

2 comentarios:

Roma dijo...

Y qué hace Tiza cuando ve a Bilbo ponerse de esa guisa?, jaja. De Nero, de mi querido Nero, lo que más me gusta recordar es lo mucho que me reía con él.

Mármara dijo...

A Tiza le dedicaré una próxima entrada que te dará las claves sobre su personalidad.
Nero, qué bonito nombre. Mi prime tuvo uno que se llamaba así. Murió el mismo año que nació Tiza.

 
Free counter and web stats