
En mi tierra, la mayor parte del año, no importa la estación, las nubes se enseñorean en el cielo. Las más de las veces nos regalan abundantes tardes (y mañanas, y noches) de lluvia; otras, se conforman con estar ahí, recordándonos que nuestro Paraíso Natural les debe tanto que no habría con qué pagarles, si se decidieran a pasarnos la factura.
En verano, sobre todo, escrutamos constantemente el cielo y observamos de dónde viene el aire (como venga de Galicia, malo, malo), con la esperanza de que el día aguante y podamos correr hacia la playa, a tumbarnos al sol cual lagartijas. En cuanto se abre un claro, por pequeño que sea, el comentario general se reduce a una sola frase:Parece que va a escampar.
Escampar podría traducirse, literalmente, por despejar, pero, para quienes vivimos aquí, en el Norte, escampar significa mucho, muchísimo, más que eso.
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